Desperfectos
Valentí Puig

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Escritor y periodista.

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Partidos que van y vienen

A Pedro Sánchez se lo puede tragar un paraguas, el mismo que se ha tragado la política catalana. Se llama Puigdemont

La contundente victoria en Galicia impulsa a Feijóo frente a Sánchez tras una semana difícil

Alianza Sahra Wagenknecht, el nuevo partido de la izquierda alemana que sacude el tablero político

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 21 de febrero de 2024, en Madrid (España).

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 21 de febrero de 2024, en Madrid (España). / A. Pérez Meca - Europa Press

Podemos se ha desvanecido en Galicia como un fuego fatuo. Algunos partidos políticos se autoatribuyen poderes prometeicos y acaban en el museo de las cosas raras. En Galicia también se ha constatado la estabilidad del PP, el acierto del BNG al adaptarse al estilismo 'soft', el desarraigo de Vox, la artificialidad gestual de Sumar y que la mutación estratégica del PSOE ya no atrae los mismos votantes. Puestos en clave gallega, Álvaro Cunqueiro decía que las brujas gallegas sirven para milimetrar el mal de ojo a fin de que la vaca de la vecina no dé leche –por ejemplo- en una semana. Así, la venganza del vecino que ha contratado a la bruja no se encona y eterniza porque la bruja la ha pautado. Eso es política.

El paraguas Jacinto es un personaje de Cunqueiro que sirve para entender otros misterios de la política. Jacinto encontró un paraguas en el campo y el paraguas se lo tragó. El gritaba por la boca del puño. Le preguntaron al cuñado de Jacinto porque no exhibían el paraguas por las ferias. “No quiere mi hermana, que hasta duerme con el paraguas. ¡Después de todo es su marido!”. Luego el paraguas se puso a volar. A Pedro Sánchez se lo puede tragar un paraguas, el mismo que se ha tragado la política catalana. Se llama Puigdemont, pero por ahora no vuela.

¿Es el paraguas Puigdemont la razón por la que el BNG ha personalizado la campaña en Ana Pontón, sin mencionar la autodeterminación y poniendo cara autonomista? Dado los votos conseguidos, ¿seguirá con esa partitura o volverá al maximalismo? Dentro de poco, en las elecciones vascas y en los comicios europeos se repetirá la tentación del disfraz en los partidos. Los extremos tiran de la manga a los dos grandes partidos. Ha sido más grave en otros países de la Unión Europea. El partido conservador británico anda maltrecho, la democracia cristiana alemana desapareció y también el gaullismo en Francia. Los partidos socialistas en Italia y en Francia prácticamente no existen. A la derecha del centroderecha la novedad es Georgia Meloni, una radical capaz de pragmatismo que pesará mucho en el panorama posterior a las elecciones al Parlamento Europeo. Marine Le Pen puede llegar al palacio del Elíseo. A la izquierda del centroizquierda aparece en Alemania el partido de Sahra Wagenknecht, crítico con la laxitud ante la inmigración y con el dispendio ecologista. Y también en Alemania, en la extremo derecha crece la Alternativa por Alemania. El caso danés es más que curioso: la socialdemocracia está aplicando la ley inmigratoria propuesta por la derecha dura. En el nuevo Parlamento Europeo hará falta encaje de bolillos.

Es la teoría plausible de que tanto en el libre mercado como en el sistema democrático un elemento competitivo penaliza a algunos y premia a otros, en bien de todos, si es posible. Hay otro mensaje que puede leerse en el voto gallego: “Olvídense del carisma y de la empatía. Sean solventes. No vayan por ahí inventándose otro 'Prestige', por mucho que haya periodistas dispuestos a esparcir chapapote”.