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La tecnofobia y el auge del primitivismo

Varios niños con teléfonos móviles.

Varios niños con teléfonos móviles. / Levante-EMV

Albert Sáez

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Todo empezó con la expansión de un bulo del que no tenemos ninguna constancia: los magnates de las plataformas tecnológicas instaladas en California les han prohibido a sus hijos utilizar el móvil y los llevan a escuelas libres de pantallas. Como cualquier otra teoría conspirativa no ha necesitado ningún hecho para ganarse la credibilidad de los que prefieren siempre encontrar culpables exógenos (si son empresas grandes, mejor) para librarse de su propia responsabilidad. Para ellos, ese bulo es la prueba del algodón: los magnates digitales libran a sus propios hijos del veneno que fabrican. El último episodio de esta deriva es la demanda que ha interpuesto la ciudad de Nueva York contra las cinco principales redes sociales por vulnerar la salud mental de los niños y adolescentes de la ciudad que ha empeorado en los últimos cinco años. ¿De verdad están convencidos de que el móvil y las redes es la única variable significativa que explica esta realidad?

Toda sustancia es ambivalente cuando se inocula en el cuerpo humano, incluido el cerebro. La morfina nos salva o nos mata, depende de la dosis. No es la primera vez que magnificamos el efecto de un medio de comunicación en nuestras vidas. Hace un siglo, Harold D. Lasswell publicó la llamada 'teoría de la aguja hipodérmica' según la cual los mensajes de los mass media atacaban directa y personalmente a los individuos condicionando su conducta sin que pudieran ofrecer resistencia. Se basó en los suicidios provocados por la emisión radiofónica de 'La guerra de los mundos'. Hoy sabemos que el impacto de todo mensaje (también los de las redes sociales) depende de la personalidad del receptor, de su contexto ideológico, familiar o emocional, del grado de exposición y de la vulnerabilidad de cada individuo. ¿Y si el efecto del uso del móvil dependiera también de estos factores? ¿No debería preguntarse el ayuntamiento de Nueva York cómo educan los padres a los hijos o qué está pasando en sus escuelas? Sería más efectivo, aunque menos llamativo. 

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