Justicia

Indultos y política

Lo único que me alegra es que parece resplandecer el acuerdo de que aquellos indultos, lejos de causar ningún trastorno social, como pregonaba el Partido Popular y Vox, han contribuido a la pacificación de Catalunya, que es exactamente lo único que yo pretendía

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Francesc de P. Jufresa

Francesc de P. Jufresa

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Aunque ahora lo intenta disimular, el pasado día 11, el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, diciendo la verdad, metió la pata, cuando vino a reconocer, al parecer en una comida con periodistas en Génova, que podría estudiar la concesión de un indulto a Carles Puigdemont, condicionado a determinadas circunstancias. 

Fue tal la escandalera que esta noticia produjo, que inmediatamente Feijóo empezó a poner matices a sus afirmaciones, y ello ha llevado finalmente a que Marta Rovira explique que no solo llegó una oferta al círculo de Carles Puigdemont, sino que el Partido Popular también tanteo a Esquerra Republicana de Catalunya, cuando, después de las elecciones, Feijóo intentaba formar Gobierno. 

Si recuerdan ustedes, cuando el expresident Carles Puigdemont en pleno periodo electoral, soltó que los socialistas le habían hecho llegar a través de un intermediario la oferta de un indulto, a través de este periódico, y en un artículo titulado 'Lo que no cuenta Puigdemont', les recordaba que el único que le sondeó sobre la posibilidad de pedir un indulto anticipado, sin volver a España, porque la ley del indulto lo permite para hechos como los del 'procés', fui yo, a través de su entonces abogado Jaime Alonso Cuevillas i Sayrol; y que yo no actuaba por interés del partido socialista, sino solo por razones de conciencia.

Nunca pude llegar a pensar entonces, que el señor Feijóo, que ha presentado junto con otras organizaciones políticas como Vox o Ciudadanos, y junto con otras personas como el exdelegado del Gobierno Enrique Millo, 63 recursos contenciosos-administrativos contra los indultos concedidos por el Rey a propuesta del Gobierno de España, fuera tan cínico que, viendo razonable la concesión de los indultos, me obligara a contestar 63 procedimientos contenciosos ante la Sala Quinta del Tribunal Supremo, a cuál más farragoso, lo cual dicho en términos jocosos, constituye una maldición bíblica. 

Lo único que me alegra, de tanto cinismo y disparate a propósito de los indultos que en su día pedí para los condenados por los hechos del 'procés', es que parece resplandecer el acuerdo de que aquellos indultos, lejos de causar ningún trastorno social, como pregonaba el Partido Popular y Vox, con manifestaciones y mesas petitorias de firmas contra su concesión, han contribuido a la pacificación de Catalunya, que es exactamente lo único que yo pretendía.

Ahora que se han quitado sus caretas nuestros políticos, y que parece ser un lugar común, que los indultos han contribuido a mejorar la convivencia en Catalunya, no se puede razonablemente encontrar explicación alguna a la posición de los siete diputados de Junts per Catalunya, cuando votaron no a la generosísima ley de amnistía.

Yo espero que en su nueva singladura parlamentaria, esta ley, cuya constitucionalidad no está ni mucho menos clara, pueda ser aprobada, y se pueda normalizar la vida política en Catalunya. Y que recuerden que en política, lo importante no son los gestos, sino los resultados; y que nadie va a comprender que no se consiga este objetivo totalmente legítimo, normalizar la vida pública. Porque no se garantiza que ningún Juez podrá intentar abrir un procedimiento penal, como parecen exigir desde Waterloo, porque los fuegos con los que amenaza García Castellón son fuegos artificiales, y porque no podemos pretender quitar al Poder Judicial ni sus prerrogativas ni sus competencias, porque sin Poder Judicial independiente no hay Estado de Derecho. 

Y eso no quiere decir que el Poder Judicial Español no esté necesitado de una profunda reforma, porque permanece intangible desde la muerte del Dictador, pero esto es otro tema del que ya hablaremos otro día.