La Hoguera

La fiesta del cine español

Aliviados primero y desbocados después, los grandes hombres del cine vuelven a paladear la tranquilidad

La Academia de Cine reivindicará el fin de los abusos en el cine en la gala de los Goya

La Academia de Cine reivindicará el fin de los abusos en el cine en la gala de los Goya

Juan Soto Ivars

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Habían corrido como escuadrones de pulgas los rumores de que la ejecución pública de Carlos Vermut el día antes de los Feroz había sido un aperitivo ligero para el ahorcamiento definitivo de un pez gordo de la industria del cine el día antes de los Goya.

Se barajaban unos cuantos nombres pintureros y podía pasar que cualquier viernes, a las doce de la noche, te llamase un amigo productor y, a gritos, desde la puerta de un garito donde se lo acababa de confiar un periodista de El Mundo bajo la promesa de que no se lo diría a nadie, el hombre te chivaba borracho qué director de éxito -seguro, seguro- iba a ver su cabeza clavada en una pica. Así, en la facción masculina del cine había pánico, sentimiento de culpa paranoico, llamadas muy amables como quien no quiere la cosa a todas las examantes y sobre todo quinielas.

Nadie se atrevía a preguntar abiertamente “¿me tocará a mí?”, pero todo el mundo cuchicheaba los nombres de otros. Cualquier llamada telefónica desde la sección de cultura de un periódico podía provocar un infarto de miocardio y la superficie global de uñas mordidas debía calcularse en estadios de fútbol. Desde El Mundo Today, el genial Javier Ramos clavó su ironía en el centro de la diana: “La Academia de Cine asegura que el hecho de que El País haya ganado el Goya al mejor periódico es absolutamente normal y no se trata de un soborno”. Contaba la nota que es muy retorcido buscar segundas intenciones en un premio al mejor periódico imaginable.

Ignoro si con sobornos o no, el hecho es que en la antesala de los Goya se ha mirado con más alarma a los tractores que al diario progresista. La ausencia de nombres colgados de los pulgares en la primera plana ha convertido la gala en una verdadera fiesta del cine español. Aliviados primero y desbocados después, los grandes hombres del cine vuelven a paladear la tranquilidad y luego, en los bares, discotecas y afters, hoy celebra con tanta dicha el que recogió cabezón como el que no, y todos exhalan con alivio tras haber inhalado con frenesí.

Nadie tendrá vetado el acceso, al menos por esta noche, a la casa de los Javis, las entrevistas de contraportada de los diarios de tirada nacional y, más importante, las sacas de subvención pública para la producción cinematográfica, que es una Meca reservada a esos hombres que no han sido acusados en la prensa de lo que se dice de ellos en petit comité.