Gestión del agua
Jordi Mercader

Jordi Mercader

Periodista.

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Vamos tarde, ahora no nos precipitemos

Las medidas para ahorrarnos la crisis hídrica actual debían haberse tomado hace una década, como mínimo

Catalunya estudia traer agua en un barco de un segundo puerto además de Sagunt

Una de las conducciones del 'minitrasvase' del Ebro a Barcelona

Una de las conducciones del 'minitrasvase' del Ebro a Barcelona / Consorci d'Aigües de Tarragona

José María Aznar ha responsabilizado a José Luis Rodríguez Zapatero de la falta de agua que sufre Catalunya, por haber enterrado el plan hidrológico del PP que preveía el trasvase del Ebro. Hace veinte años, los expertos electorales dictaminaron que la guerra del agua contra los planes hídricos de Aznar fue decisiva para entender su derrota electoral ante ZP y también la pérdida de la Generalitat por parte de CiU, que por aquel entonces comulgaba a diario con los populares. Este antecedente pesará en la memoria de todos los partidos catalanes a la hora de proponer soluciones estructurales para evitar la repetición del desastre actual.

Este miedo a la reacción política de los territorios que se consideran propietarios de los cauces de agua que circulan por sus cuencas nos puede venir bien por una vez. Porque no parece sensato embarcarse en una discusión en profundidad de planes para combatir el cambio climático con los partidos redactando programas electorales y con un Gobierno minoritario de ERC, singularmente temeroso del qué dirán los suyos respecto del aprovechamiento del agua, del sol o del viento.

La solución para asegurar agua suficiente para todos los ciudadanos y todos los sectores productivos del país saldrá muy probablemente de una combinación de medidas, la desalinización, la reutilización, la disminución del consumo, gracias a una concienciación de la escasez sistemática o los trasvases de cuencas. Una planificación compleja que nunca estará exenta de tensiones locales, ideológicas y tecnológicas y que sería suicida afrontar con los aparatos electorales al mando de los partidos.

Las medidas para ahorrarnos la crisis actual debían haberse tomado hace una década, como mínimo. Este gobierno actuó con una parsimonia lamentable para dictar decisiones de emergencia y solo faltaría que, ahora, les entrara la prisa para enfrentar el problema de fondo. A estas horas, solo nos queda confiar en las eventuales lluvias de primavera y en la puntualidad de los barcos-cisterna.

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