El peligro de la marihuana
Yerba de mierda
Las adicciones actúan como un analgésico que calma, no cura y lentamente mata. Porque las adicciones son traidoras y nos guían a la destrucción más íntima, creciente y completa.
Sílvia Cóppulo
Periodista y psicóloga.
Licenciada en Psicología y Doctora en Comunicación. Profesora de Comunicación en la Universitat de Barcelona
Esa yerba es una mierda, pero entra como una seda. La nueva marihuana se ha creado con más cannabinoides, para que sea más potente, y así el enganche resulte más rápido. Pero prefiero hablar de personas.
Todos sentimos en algunos momentos malestar emocional o psíquico. Ese encontrarse mal, con tristeza, ansiedad, desesperación y miedo puede llegar a sentirse como horrible y, entonces, uno puede acudir a fumarse un porro para aliviar el dolor. O dos, o tres, añadiéndoles otras substancias. De momento, nos relaja y respiramos aliviados, sintiéndonos mejor. Nos anestesia la vida.
En un supuesto ejercicio de libertad, aumentamos la dosis y la frecuencia. La adicción ya es un okupa de nuestro cerebro que se ha hecho fuerte entre sus paredes. Las adicciones actúan como un analgésico que calma, no cura y lentamente mata. Porque las adicciones son traidoras y nos guían a la destrucción más íntima, creciente y completa. Y ahí están las reacciones de pánico, los trastornos límites de personalidad o los brotes psicóticos, bipolares o esquizofrénicos a punto para tomar posesión de todo el ser de una persona. La vida entonces sí que es una mierda.
Los más vulnerables son los jóvenes. Su cerebro está en desarrollo hasta pasados los veinte años. El cánnabis permanecerá en su interior entre una y tres semanas. Eso es dramático.
Así, que manos a la obra, y ante el primer síntoma de hundimiento emocional, vamos a acompañar las personas que sufren sin culpabilizarles para que dispongan de nuevas herramientas emocionales que les permitan aumentar su autoestima, su resistencia a la frustración y sepan crear relaciones y entornos afectivos, que les hagan sentir bien. No es fácil: nos enfrentamos a un doble problema, la accesibilidad prácticamente universal y una percepción baja de riesgo, que es simplemente mentira.
Estoy a favor de políticas restrictivas que defiendan a la persona y la ayuden a entender de dónde nace su dolor para repararlo.
No te quedes sentado fumando yerba, muévete, sal a correr o a bailar y pide ayuda.
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