Ministro pero no vicepresidente

¿Cuerpo tiene cuerpo?

El nuevo ministro de Economía alaba la independencia del Banco de España y, con cautela, toma distancia con algunas posiciones de Yolanda Díaz

Entrevista a Carlos Cuerpo Ministro de Economía, Comercio y Empresa

Entrevista a Carlos Cuerpo Ministro de Economía, Comercio y Empresa / Carlos Ramos

Joan Tapia

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La sucesión de Nadia Calviño en la vicepresidencia económica no era asignatura fácil. Sánchez lo hizo durar, pero al final eligió como ministro a un economista competente y con experiencia que era secretario general del Tesoro con Calviño. Pero Carlos Cuerpo no es vicepresidente y queda supeditado a la vicepresidenta del área y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero y, en cierta forma, a otras dos vicepresidentas con personalidad y fuerte color político: Teresa Rivera (cambio climático) y Yolanda Díaz (asuntos sociales y líder de Sumar). ¿Tendría Cuerpo fuerza para mantener y sacar adelante sus proyectos? Y sin un ministro económico con autoridad todo Gobierno pierde credibilidad ante los agentes económicos españoles e internacionales. Y ante Bruselas.  

El sábado, en una entrevista a EL PERIÓDICO, Cuerpo mostró, con cautela, criterios propios. Defendió sin demagogia el impuesto a la banca aprovechando que en el 2023 los cinco grandes ganaron 26.000 millones, un 27% más. Y luego alabó la gestión de Hernández de Cos, el muy independiente gobernador del Banco de España. Interpreto que es un mensaje de respeto a las instituciones, de rechazo a su politización y de sintonía con Bruselas. 

Por otra parte –sin oponerse frontalmente– tomó distancias de Yolanda Díaz que, quizás abrumada por su pugna con Podemos y sus expectativas en las elecciones gallegas, ha generado inquietud y preocupación en el mundo económico. Sobre la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas, donde Díaz muestra tanta prisa como pocas ganas de negociar, dijo que hay que abordarla «con flexibilidad y confiando y apoyándose en los empresarios y trabajadores que saben mejor como ir ajustándose a este gran objetivo». O sea con UGT y CCOO, pero también la CEOE. Y al día siguiente en 'El País' afirmó que tenemos un sector empresarial muy atomizado y que «a mayor tamaño de empresas más acceso a los mercados exteriores y mejores salarios con puestos de trabajo de más calidad». Está bien, ¿pero la repetida descalificación de importantes empresarios por parte de ministros del Gobierno, no solo de la órbita de Sumar o Podemos, es lo más adecuado para generar confianza y que las empresas crezcan? 

Y respecto a limitar los ingresos de los grandes directivos –asunto muy llamativo y escandaloso que se presta a todas las simplificaciones–, en la entrevista a este diario dejó claro que prefería no poner límites legales. Con muchas empresas –incluso las españolas– con actividades en todo el mundo es casi imposible separarse de los modelos europeos, donde el IRPF es el principal elemento de redistribución. Pero en España el IRPF tiene mucha progresividad a partir de salarios muy medios y luego se estanca bruscamente. Hasta hace dos años en los 100.000 euros. Incluso ahora, ¿es justo que la tarifa bastante elevada, del 45%, sea la misma para los que ingresan 60.000 o 300.000 euros? Son rentas y capacidades de compra muy distintas. ¿Y que luego ya no suba a partir de los 300.000?

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