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José María Álvarez de Lara Morel

José María Álvarez de Lara Morel

Profesor de Industrias Culturales y Creativas de ESADE

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Notre Dame de París: la reivindicación del mecenazgo

En el caso francés, el incentivo fiscal no es un determinante a la hora de que empresas y particulares contribuyan a la cultura. La generación de intangibles, como el valor de la marca o la notoriedad, ayudan a la participación en labores de mecenazgo

La nueva aguja ya corona la catedral de Notre-Dame de París: ¡cuenta atrás para su reapertura!

La nueva ley de mecenazgo, "un paso adelante" pero no definitivo

Las obras en la catedral de Notre Dame.

Las obras en la catedral de Notre Dame. / EFE

El incendio en 2019 de esta emblemática catedral, monumento gótico cargado de religión, historia y de cultura se ha convertido en Notre 'Drame' de París (Nuestro 'Drama' de París), a la vista de los destrozos causados. Este drama ha generado un alud de donaciones de empresas y particulares en Francia y en el extranjero. Conocidos grupos empresariales, tales como LVMH, L´Oreal, Pinault, Total, Bouygues, KKR, Apple y un sinfín de pequeñas y medianas empresas y miles de particulares han acudido con prontitud a aportar sus donaciones, que rozan ya los 800 millones de euros.

El presidente de la República, Emmanuel Macron, apostó por un periodo de reconstrucción de cinco años. Con la financiación asegurada por el mecenazgo, empezó una etapa de debate sobre el alcance de las obras, especialmente sobre la flecha diseñada por el arquitecto Viollet-le-Duc.

El equipo formado alrededor del general Georgelin, empresas, artesanos y obreros se pusieron manos a la obra con una motivación encomiable, combinando las técnicas más sofisticadas con los materiales más tradicionales, como las vigas de roble que constituye el llamado “bosque de Notre Dame”. A pesar de la desaparición reciente del general encargado del proyecto, la inauguración de la catedral se hará en el plazo previsto.

Desde 2003 Francia dispone de una ley, llamada ley Aillagon, que reconoce y dignifica el papel social del mecenazgo y permite desgravaciones fiscales para empresas y particulares.

De los 800 millones de euros aportados por los mecenas, considerando una desgravación fiscal del 60%, es decir, una reducción de recaudación de 480 millones de euros, suponiendo que el material necesario será un 50 % del coste total, 400 millones de euros tributarán con un IVA promedio del 15%. Igualmente sabemos que 1.000 personas trabajan diariamente en este proyecto durante cinco años, cuyas retribuciones tributarán con un IRPF del 20 % y unas cotizaciones sociales del 28%. En total, este proyecto generará una recaudación fiscal y social superior a los 150 millones y una incorporación en la economía de más de 700 millones de euros. La disminución de recaudación sería superada en más de 250 millones entre la recaudación directa y la incorporación en la actividad económica.

Afortunadamente, el incentivo fiscal no es un elemento determinante a la hora de que empresas y particulares decidan contribuir a la cultura. La generación de intangibles, como el valor de la marca, la notoriedad, el reconocimiento social, la satisfacción colectiva y personal son algunos de los elementos que ayudan a la participación al mecenazgo cultural.

En España, la plataforma formada alrededor de la Fundación Catalunya Cultura logró la aprobación de un proyecto de ley, inspirado en la ley Aillagon, que quedó encallado por la convocatoria de las elecciones generales. Sin embargo, ha sido aprobado por decreto ley y entró en vigor el 1 de enero.

La dedicación demostrada por los miembros y los impulsores de la plataforma nos permite enorgullecernos de contar con una nueva ley de mecenazgo acorde con la cultura del siglo XXI.