Homenaje a García-Alcalde
Juan Cruz

Juan Cruz

Periodista y escritor. Adjunto al presidente de Prensa Ibérica.

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Concierto total por Guillermo

La emoción de una velada que pareció dictada por él: sobria, con ritmo, alegre y con esencia

Guillermo García-Alcalde, la huella del periodista

El músico y periodista Guillemo García-Alcalde.

El músico y periodista Guillemo García-Alcalde.

Hasta la zona dedicada a las palabras, en el homenaje que el viernes recibió en Santa Cruz de Tenerife Guillermo García Alcalde, tuvo el sentido del ritmo que merece la memoria del gran musicólogo asturiano, que hizo de Canarias su patria y su alegría.

La música, el alma de su vida, y el periodismo, el sentimiento de justicia que requiere y al que él se dedicó con el espíritu profesional de un hombre de bien, estuvieron juntos en una velada que parecía dictada por él: sobriedad, ritmo, alegría, esencia y valor de lo que merece decirse.

Javier Moll, el presidente de Prensa Ibérica, ofreció la piedra de toque del ritmo que imprimió García-Alcalde a esas pasiones de su vida. Era, dijo Moll, a preguntas de Humberto Orán, el maestro de la ceremonia, "la lealtad inteligente". Nunca dejó, como periodista, que una duda se convirtiera en una noticia, jamás permitió que un comentario fuera más allá de lo que marca el cánon del periodismo: lo que sucede es sagrado, lo que se opina hay que verificarlo.

Me senté al lado de mis compañeros de oficio, que me hicieron hueco, y tomé notas como si se las tuviera que pasar a él para que titulara la crónica final; me estuve fijando en su mujer, en su hija, en su hermana, en los que escuchaban en medio de un silencio que también parecía musical, me estremecí con ritmos que parecían venidos del aire de los vientos de Las Canteras o del Médano, y estuve atento a todo lo que se movía en el escenario, estas voces musicales que por un tiempo fueron también música de palabras de quienes tanto lo conocieron.

A Moll le tocó abrir el diálogo que Orán impulsó como barajando partituras. Guillermo fue con él el arquitecto de una época difícil del porvenir canario, cuando este se debatía (como diría en su día del mismo episodio gallego el impar Carlos Casares) entre colonia o champú…

'La Provincia' fue, gracias al cartesianismo patriótico de estos directivos periodísticos, adalid del modo de ser que ahora sigue andando entre mares. No solo era la inteligencia (periodística, pero también política) de aquella época, sino que, además, dijo Moll, esa "lealtad inteligente" se puso al servicio de un modo de decir, de escribir, que era capaz de darle a todos los palos, siempre con el aire del que sabe.

Una música, además, no improvisada, basada en la claridad que da el saber diverso al que tuvo acceso desde muchacho. De esta precocidad, también musical, se hizo partícipe Tomás Marco, que fue en tiempos de la juventud cómplice de la sabiduría de aquel muchacho que parecía periodista del ritmo de la música, entonces rabiosamente nueva. Rosario Álvarez abundó en el sonido de esos sabores y aportó la crónica de un accidente: hace años, el joven periodista y musicólogo estuvo a punto de perecer en este mismo auditorio cuando desde lo alto cayó un objeto exactamente cuando él acababa de abandonar el escenari,o donde hubiera sido mortal la coincidencia.

Marta Chirino, la hija del escultor, explicó cómo Martín y Guillermo compartían música y filosofía, en la espiral de viento que fue su conversación sin descanso. Tomé nota de todo, desde que Margarita Ramos, la presidenta de la Fundación CajaCanarias, abrió la sesión. Subrayé las palabras lealtad, elegancia, progresismo, soñador, trabajo, inteligencia, admiración, crítico, Wagner o Mahler, y con ese vocabulario luego me adentré en la música.

Me impresionó la combinación de agua y fuego, y ritmo, naturalmente, que imprimió Gustavo Díaz-Jerez al piano audaz con el que trasladó al auditorio el sonido de la fragua de Chirino... Los sonidos de Martin, el martillo de su fragua, hablando de Guillermo en notas musicales, un torbellino que parecía venir a la vez del mar y de la lava que a mí me transportó, también, a la música de Philip Glass, habitada como esta de Gustavo por un martillo que parece de palabras…

Escuché con la misma pasión que los profanos asistimos a los descubrimientos la voces clásicas, precisas y nobles, de Raquel Lojendio y de Manuel Gómez Ruiz, hasta que al final, cuando ya las luces del escenario empezaban la ceremonia final de los actos y los asistentes se juntaban sobre el escenario para aplaudir la figura y el recuerdo de Guillermo, Orán leyó en español lo que Mahler dijo al final de sus días y de su música: "He abandonado el mundo…".

Lo que sigue tiene que ver con todo lo que se dijo acerca de este hombre del periodismo y de la música, que fue sobre todo una inteligencia ("una lealtad inteligente", dijo Moll) al servicio de los otros, de su tierra (de sus dos tierras, Asturias y Canarias) y de la defensa de un tesoro que es también parte de su música: la amistad, el asunto principal de su obra y el signo que hizo imprescindible para tantos el sentido mayor de su vida: estar con otros, ayudando.