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El turismo y los retos de España

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la recepción de bienvenida celebrada con motivo de Fitur, ayer en Madrid.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la recepción de bienvenida celebrada con motivo de Fitur, ayer en Madrid. / ÁNGEL DÍAZ

Albert Sáez

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Arranca Fitur, la gran cita del sector turístico español. Los números vuelven a ser espectaculares. Incluso mejoran indicadores como el de la temporalidad en el sector. Entre los nubarrones, destaca el impacto del cambio climático en los destinos turísticos. Motivo de reflexión para los negacionistas. Y también para los gradualistas. Si el turismo marcha, las cifras macroeconómicas de España, funcionan. Crece el PIB y se equilibra la balanza de pagos. El sol y la playa sigue teniendo saldo neto positivo. Debería ser materia de reflexión. Profunda.

La necesidad imperiosa del Gobierno de vender optimismo y la necesidad imperiosa de la oposición a anunciar la inminencia de las siete plagas de Occidente nos privan de un debate en profundidad sobre el modelo productivo español. Como afirma el mismo sector turístico , su futuro no es de crecimientos exponenciales. Así que en unos años es posible que deba ceder el testigo a otras locomotoras de la economía, aunque, evidentemente, siga siendo un pilar fundamental.

¿Y cuáles pueden ser las alternativas? Esa es la gran oportunidad que da la sensación que estamos perdiendo. Las expectativas creadas entorno a los fondos europeos no se están cumpliendo de ninguna de las maneras. Los proyectos siguen atascados y pocos tienen la capacidad tractora que se nos había anunciado. Lo peor de todo es que perder el tren de los fondos es quedarse fuera del gran proyecto europeo que hay detrás: recuperar la autonomía estratégica europea en base a la reindustrialización. Nadie en España habla de este tema. Ni el Gobierno, ni sus socios, ni la oposición ni los empresarios ni los sindicatos. Y, la verdad, no deberían hablar de ninguna otra cosa. ¿Qué otra prioridad pueden tener? No hay evidencia empírica de que esté próxima la ruptura de España, pero hay más de un indicio de que, pese a que los grandes números brillan, los fundamentos de nuestra economía siguen anclados en el sol y la playa. 

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