Ágora
Juan Matías Gil

Juan Matías Gil

Juan Matías Gil es coordinador de las operaciones de rescate de Médicos Sin Fronteras en el Mediterráneo central

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

2023, otro año gris para las personas que buscan protección en Europa

El pacto europeo sobre migración no hace otra cosa que legitimar y consentir la derogación de los derechos fundamentales de las personas, su seguridad y su protección

Control previo en frontera, solidaridad a la carta y expulsiones más rápidas: las claves del pacto migratorio de la UE

El Geo Barents con 336 inmigrantes rescatados a bordo llega al puerto de Rávena (Italia)

Un cayuco con decenas de africanos a bordo, visto desde el buque español de rescate Sasemar el 30 de octubre. SASEMAR AFP

Un cayuco con decenas de africanos a bordo, visto desde el buque español de rescate Sasemar el 30 de octubre. SASEMAR AFP / Sasemar

El año pasado terminó tal y como empezó para las personas que buscaban seguridad en Europa: mal, terriblemente mal.

A principios de 2023, el Gobierno italiano decidió aplicar una nueva legislación obstruccionista en relación con las actividades de búsqueda y rescate en el mar Mediterráneo. Para empeorar las cosas, a finales de año, las instituciones europeas llegaron a un acuerdo para revisar el sistema europeo de asilo y migración.

Ambas legislaciones se celebraron como reformas revolucionarias que permitirían a los estados europeos gestionar mejor el reto migratorio. En realidad, solo convergen en el objetivo común de mantener a los no europeos lo más lejos posible del continente, perpetuando prácticas fronterizas discriminatorias y violentas.

La legislación italiana apunta a las organizaciones civiles que operan embarcaciones de búsqueda y salvamento; las mismas que están cubriendo el vacío mortal dejado por los estados europeos en el Mediterráneo central, a pesar de que las embarcaciones de las ONG ni siquiera representan el 10% de las llegadas por mar a las costas italianas.

Esta nueva legislación impone una norma de “rescate único”, lo que significa que los buques de las ONG, como el Geo Barents, el barco de búsqueda y rescate de Médicos Sin Fronteras, tienen que dirigirse a un puerto inmediatamente después de una primera operación de rescate. Esto no solo obliga a ignorar otras alertas abiertas y a dejar a las personas en peligro en el mar abocadas un destino desconocido. Además, da plena libertad a la Guardia Costera libia, el socio más apreciado de las autoridades italianas, para realizar interceptaciones ilegales en aguas internacionales y empujar a los migrantes de vuelta a Libia, en un ciclo organizado de violencia y abusos horribles.

¿Quién aplaudió la nueva legislación italiana? Los que creen que los derechos humanos deben estar determinados por el lugar de origen, el color de la piel y el estatus migratorio de las personas.

¿Quién paga el precio de estas decisiones discrecionales? Quienes huyen de la guerra, la persecución, la falta de medios de subsistencia y buscan protección internacional.

El nuevo pacto europeo sobre migración, un acuerdo político que los estados europeos han tardado años en acordar, no hace otra cosa que legitimar y consentir la derogación de los derechos fundamentales de las personas, su seguridad y su protección.

El pacto no abordará el uso sistemático y a gran escala de la violencia en las fronteras europeas, donde las expulsiones van de la mano de agresiones físicas, detenciones arbitrarias, humillaciones verbales y otras formas de trato degradante. El pacto no reforzará los sistemas de acogida y asilo, ni pondrá en marcha un auténtico procedimiento de responsabilidad compartida y solidaridad entre los estados miembros.

¿Quién aclamó el pacto migratorio europeo? Los que creen que los puertos cerrados, los muros, las alambradas, los campos y la vigilancia deben dirigir la gestión de la migración.

¿Quién pagará el precio de su aplicación? Los que huyen de la guerra, la persecución, la falta de medios de subsistencia y buscan protección internacional.

Mientras tanto, los dirigentes europeos dan la espalda al sufrimiento humano que llega a sus costas. Al menos 2.300 personas perdieron la vida en el Mediterráneo central en 2023. Tantas personas clamaron contra los naufragios de Cutro (Italia) y Pylos (Grecia), y deploraron esas muertes evitables. Sin embargo, meses después, no se ha hecho nada para evitar que vuelvan a producirse pérdidas tan trágicas.

Por el contrario, en lugar de proteger vidas en el mar, el decreto Cutro, aprobado por el Gobierno italiano, restringe aún más el derecho de las personas a solicitar protección en el país. Qué nombre más irónico para una legislación tan vergonzosa.

Apenas unas semanas después del naufragio del Pylos, la Comisión Europea firmó un acuerdo con Túnez por el que se comprometía a financiar la gestión de las fronteras, la búsqueda y salvamento, la lucha contra el contrabando y los retornos forzosos. El acuerdo ignora totalmente la violencia contra los subsaharianos en Túnez, las expulsiones colectivas a Libia y Argelia, y las consiguientes muertes por sed y condiciones climáticas extremas. Otra indignante reacción cínica.

Al comenzar el año 2024, esperamos que lleguen meses más luminosos, pero lo que tenemos delante nos ofrece una sombría realidad. En una Europa cada vez más hostil, nuestras peticiones de vías seguras y legales, de un mecanismo de búsqueda y salvamento en el mar dirigido por el Estado y de unas condiciones de acogida dignas en las costas europeas, hace tiempo que se han convertido en gritos desesperados que no se escuchan. No obstante, seguiremos repitiéndolos incansablemente.

Ya es hora de que los líderes europeos recuerden que los derechos humanos fundamentales no son negociables en función del origen, la cultura, la religión o el color de la piel de las personas. Un cambio radical en las políticas migratorias es la única solución para evitar que la muerte y la violencia se acumulen en las fronteras europeas en los próximos años.