Periodista.
Jordi Mercader
Periodista.
Aragonès redescubre la singularidad nacional
El president será el primer independentista de la Generalitat del siglo XXI que no anuncia que Catalunya tendrá un Estado propio en pocos meses
Sánchez y Aragonès pactan activar la mesa de diálogo y una ley para el plurilingüismo en el Estado
Aragonès exige a Sánchez pactar este 2024 una "financiación singular" para Catalunya
La sintonía exhibida últimamente por Pere Aragonès y Pedro Sánchez entierra el “período excepcional de la posautonomía y la preindependencia”, anunciado por Carles Puigdemont en 2016, abriendo el horizonte de una nueva etapa autonómica algo más satisfactoria que la actual. El final del ejercicio de política virtual más irresponsable de nuestra historia como nación (en eso queda el 'procés' tras la amnistía) podría certificarse en 2024. Llegarán sin duda nuevos capitanes intrépidos, pero los actuales ya han puesto proa a puerto seguro después que el Estado se ha comprometido a salvarles la vida política y a muchos, también, el patrimonio.
La singularidad nacional catalana está descrita en el Estatut, que, para evitar malentendidos y contradicciones, se remite a las nacionalidades del artículo segundo de la Constitución. El redescubrimiento de esta singularidad es una señal de prudencia institucional por parte de ERC, perfectamente compatible con los vaticinios de referéndums de autodeterminación que prodiga Aragonès. Estos gestos son un bálsamo retórico dirigido a los independentistas para apaciguar su inquietud y no deberían desacreditar la predisposición de los republicanos al pragmatismo.
Esta vía tampoco debe de encontrar obstáculos insalvables en quienes defienden la pluralidad. De ser plural España, será porque es una suma de singularidades, aunque la obviedad del axioma no evitará que el Gobierno central apele a la solidaridad y a la igualdad para resistirse a su aplicación. La experiencia reciente permite suponer que es un recurso para esperar la ventana de oportunidad o de necesidad.
El retorno al catalanismo progresista no sentará bien a todo el independentismo. Sin embargo, incluso Artur Mas se ha dado cuenta de que actualmente no se dan las condiciones objetivas para alcanzar la independencia. Ciertamente, tampoco las había en 2014, cuando Mas presentó su plan para proclamarla en 18 meses; pero entonces él debía ser el protagonista de la historia y esto debió nublar su análisis de la realidad. Así que Aragonès podría ser el primer presidente independentista de la Generalitat del siglo XXI que no anuncia que Catalunya tendrá un Estado propio en pocos meses.
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