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Gaza crispa los campus de EEUU

Una campaña no es el mejor contexto para negociar, pero sí para que cada cual exponga su propuesta 

La policía toma posiciones en el campus de la Universidad de California ocupado por una acampada propalestina.

La policía toma posiciones en el campus de la Universidad de California ocupado por una acampada propalestina. / David Swanson / Reuters

La movilización estudiantil en los campus de Estados Unidos en apoyo de la comunidad palestina de Gaza es de una intensidad desconocida desde los episodios de protesta por la guerra de Vietnam hace más de medio siglo. La presión de muchos donantes que financian en parte el desempeño de las universidades con estrechos vínculos con el Estado de Israel, la decisión de muchas autoridades académicas de pedir la intervención de la policía y ocasionales enfrentamientos entre jóvenes propalestinos y proisraelís han radicalizado el conflicto y abundan en la división social, en el ambiente de por sí crispado de la precampaña electoral de las presidenciales del 5 de noviembre.

Los universitarios que secundan la protesta reprochan a la Casa Blanca el mantenimiento de la ayuda militar a Israel a punto de cumplirse siete meses de guerra, con un parte de bajas que según fuentes palestinas supera las 34.000, el sitio de más de un millón y medio de gazatís en el sur de la Franja. El presidente Joe Biden está frenando de momento este paso en la escalada del conflicto pero no logra en cambio desatascar la negociación de un alto el fuego para que Hamás libere a los rehenes en su poder y fluya la asistencia humanitaria y al mismo tiempo se niega a condicionar el mantenimiento del apoyo a Israel a la concreción de algún gesto significativo de su primer ministro. Mientras ve cómo las encuestas señalan una caída en la intención de voto, Donald Trump exige mano dura «porque la situación seguirá y seguirá, y empeorará cada vez más».

La situación es insólita: nunca antes la sociedad estadounidense vivió un clima de protesta contra el Gobierno de Israel como el que se da en los campus de las dos costas. Tampoco nunca antes una movilización de esas características pudo influir tanto en el comportamiento electoral -es dudoso que el movimiento 'Occupy Wall Street' lo hiciera a este nivel- como se presume que puede suceder en noviembre. Nunca hasta ahora el apoyo de la comunidad judía norteamericana al partido demócrata estuvo tan en peligro según qué pasos se den. Pero tampoco nunca hasta ahora el comportamiento electoral de la minoría de ascendencia árabe ha tenido la importancia que ahora se le otorga. No porque pueda llegar a decantarse por Trump, sino por su eventual ausencia de las urnas en estados clave. Algo parecido a lo que puede suceder en un segmento del electorado menor de 35 años.

Forma parte de la tradición electoral estadounidense que la política exterior pese poco en la decantación de los votantes. Pero es improbable que la movilización en curso, no siempre pacífica, se diluya y pierda influencia en las próximas semanas y meses. La aparición de la policía y la detención de cientos de estudiantes y de algunos docentes, más las declaraciones de apoyo de personajes populares en diferentes ámbitos, no hacen más que mantener en la precampaña, con más intensidad si cabe, la situación en Gaza. Algo que saben los estrategas del Partido Demócrata, atrapados entre el propósito de Biden de mantener la ayuda a Israel sin fisuras y la necesidad de atraer de nuevo al electorado liberal joven, cada vez más descontento con el presidente. Porque fueron justamente esos votantes los que decantaron en 2020 el resultado en favor de él en varios estados bisagra, mientras es evidente que Trump, a pesar del laberinto judicial en el que habita, ha fijado el electorado republicano sin apenas disidencia.