Historiador
Joaquim Coll
Historiador
Salvador Illa, pese a Sánchez
Su probable victoria en las catalanas se sostiene en que su electorado está bastante movilizado, pero sobre todo en que no genera anticuerpos
Es muy tentador lanzarse a hacer cábalas sobre lo que pretende el presidente del Gobierno con su anuncio de posible dimisión. Hay hipótesis para todos los gustos. Hasta el domingo escucharemos mil y una interpretaciones, pero será mejor no anticipar nada porque con Pedro Sánchez nunca se sabe. La decisión ya la tiene tomada, y volverá a sorprendernos. En cualquier caso, más allá del desasosiego personal que sufre por las acusaciones contra su mujer, que seguramente quedarán en nada, su amago de dimisión es un hecho con el que no contribuye a la estabilidad institucional ni brinda tampoco un ejemplo de responsabilidad. Si uno es presidente del Gobierno no amenaza con irse, lo anuncia cuando ya lo ha decidido, explicando entonces las razones, o se calla si todavía no lo sabe. Sánchez acierta al denunciar la política que busca la destrucción personal del adversario, y el vaciamiento del debate para acabar en la cloaca del insulto y la descalificación del contrincante, pero tampoco él es un dechado de virtudes. Su carta busca la polarización y huele a plebiscito personal.
En clave catalana, el anuncio de Sánchez ha roto la precampaña, y ya veremos a dónde nos conducirá su inédito movimiento. Para el PSC, que parte como favorito en las encuestas, no es una buena noticia si de lo que se trata es de poner el acento en los problemas reales y en lo mal que ha estado gobernada Catalunya desde Artur Mas hasta Pere Aragonès. La ventaja de Salvador Illa es que se parece muy poco al líder del PSOE. Nunca tiene una mala palabra frente al adversario ni practica la descalificación de brocha gorda. Su probable victoria se sostiene en que su electorado está bastante movilizado, pero sobre todo en que no genera anticuerpos. A diferencia de Sánchez, no levanta muros contra nadie, y está dispuesto a gobernar con casi todos. La hipótesis de que Illa sea el próximo president de la Generalitat no suscita urticaria ni en el votante medio de ERC ni tampoco del PP. Si la campaña va de gestión del autogobierno, es un candidato atractivo para los que quieren soluciones, orden y progreso.
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