Relaciones exteriores
Salvador Martí Puig

Salvador Martí Puig

Catedrático de Ciencia Política de la Universitat de Girona

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Rusia y América Latina: una influencia desigual

La influencia política de Rusia en la región es muy desigual. Los tres países más próximos a Putin son Venezuela, Cuba y Nicaragua

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Maduro y Putin, en una reunión en Moscú, en diciembre del 2018

Maduro y Putin, en una reunión en Moscú, en diciembre del 2018 / Maxim Shemetov / REUTERS

La relación entre Rusia y América Latina siempre ha tenido algo de tabú. En cierta medida, porque supone una transgresión a la doctrina Monroe que proclamó, ya en 1823, “América para los americanos”, señalando que solo Washington debe incidir en la política latinoamericana.

Y si bien hace ya más de 30 años que desapareció la Unión Soviética y, con ello, la competición geopolítica e ideológica, la presencia de Rusia aún se percibe políticamente incómoda para Washington. Digo políticamente porque, a nivel comercial, su presencia es casi insignificante, ya que ni supone el 1% del comercio regional.

A nivel político, sin embargo, la presencia rusa es significativa, tanto para algunos países de la región como para Moscú. Para Moscú porque le da una pátina global a sus relaciones exteriores, y para algunos gobiernos latinoamericanos porque les ofrece un circuito internacional alternativo. Esto siempre ha sido así, pero en este lustro Moscú ha aprovechado la crisis del regionalismo latinoamericano para incrementar las relaciones bilaterales.

Pero la influencia política de Rusia en la región es muy desigual. Los tres países más próximos a Moscú son Venezuela, Cuba y Nicaragua. Países que mantienen una estrecha cooperación en términos de inteligencia, seguridad y relaciones comerciales, y que apoyaron sin fisuras a Putin en los foros internacionales, incluso después de la invasión de Ucrania en 2022. También tiene relaciones de proximidad el Gobierno boliviano, pero no en la misma sintonía.

En otro orden, pero con relaciones cordiales, están los dos países con mayor potencial económico y con una tradición diplomática más sólida y autónoma de la región, a saber, Brasil y México. Los diversos presidentes brasileños, desde Lula hasta Bolsonaro, han reclamado su posición soberana a la hora de mantener relaciones con Rusia, a la vez que desde la creación de los BRICS mantienen una interlocución permanente con Moscú. En el caso mexicano, destaca la posición de López Obrador, que quiere marcar distancias respecto de su vecino del norte, y que también se ha integrado en los BRICS. Un caso semejante era el de Argentina, pero con la llegada de Milei al poder ha cambiado radicalmente de política exterior.

Finalmente, es preciso dar cuenta de la primera Conferencia Parlamentaria Internacional Rusia-América Latina, celebrada del 29 de septiembre al 2 de octubre de 2023, en Moscú. En esta Conferencia participaron más de doscientos representantes de casi todos los países. En este foro, Putin señaló que haría todo lo posible para vincular a América Latina a la Unión Económica Eurasiática, encabezada por Rusia y de la que forman parte Armenia, Bielorrusia, Kazajistán y Kirguistán. La Unión Económica Euroasiática cubre el 15% de la superficie terrestre, supera los 170 millones de personas y controla el 15% de la producción petrolera y el 20% de la gasística. Sin duda, el objetivo de dicha conferencia es romper el aislamiento internacional al que la Unión Europea y los Estados Unidos quieren imponer a Moscú. Pero, a decir verdad, aún es muy temprano saber si dicha conferencia ha tenido o no los frutos planeados por sus organizadores.