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Joan Tapia

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Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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Después de Calviño, ¿quién?

Sánchez todavía estudia la difícil solución porque un ministro de Economía que no fuera vicepresidente tendría menos autoridad ante Bruselas y los medios económicos

Calviño anticipa “continuidad” al frente de Economía tras su nombramiento para el BEI

Perfil | Calviño, una vicepresidencia de tránsito en espera de un puesto europeo

La vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño.

La vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño. / EFE

La legislatura ha empezado con la cruz de la amnistía. Tiene mayoría parlamentaria, pero la opinión pública, los jueces y el PP están en contra. Con todo, el Gobierno se ha apuntado un tanto. La vicepresidenta Nadia Calviño ha sido elegida para el muy disputado cargo de presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), el mayor prestamista multilateral del mundo. Calviño se une así a Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, y a Josep Borrell, vicepresidente de la Comisión y 'ministro' de Exteriores de la UE, en la cúpula de las instituciones europeas. Un éxito porque indica que en Europa la política económica saca, como mínimo, un aprobado.

Pero Sánchez no se libra de la cruz. Debe sustituir a la vicepresidenta económica, bien valorada en Bruselas y por los mercados. Era la garantía de que el Gobierno no descarrilaría por la izquierda y la economía no se le ha desmandado (más que las de otros países) por la pandemia y Ucrania. Se ha llevado bien con María Jesús Montero, ministra de Hacienda y secretaria general adjunta del PSOE, que sabe lo que el partido quiere y puede, y ha cuadrado (con choques, pero sin sangre) a la vicepresidenta Yolanda Díaz que cree que los recursos del Estado son ilimitados. Incluso los impuestos sobre la banca y las eléctricas fueron 'tragados' por los ortodoxos de Bruselas porque al aumentar los ingresos, bajan el déficit. 

El relevo no será fácil y Sánchez lo sabe, pues medios oficiosos han dicho que puede retrasarse, incluso a después de primeros de enero, que es cuando Calviño debe tomar posesión en el BEI. El primer problema son los galones. Un ministro de Economía que no sea vicepresidente no tendrá la misma autoridad ante el país, ante Bruselas y ante los mercados. No sería lo ideal y menos cuando el sucesor deberá afrontar el retorno de las normas fiscales de la UE –suspendidas desde la pandemia–, y una actitud más dura del BCE que quiere tanto tipos de interés altos para combatir la inflación, como reducir la compra de los bonos de los estados. La pandemia y Ucrania han sido dos grandes problemas, pero han permitido un Sánchez ultrakeynesiano, ahora ya imposible.

¿Puede ser María Jesús Montero también vicepresidenta económica con, a su lado, un ministro de Economía de prestigio? Montero ni es economista ni conoce Bruselas, y su papel político –negociar y luego cuadrar presupuestos– no aconseja choques fuertes con Yolanda Díaz o con los independentistas.

¿Puede ser José Luis Escrivá, hoy aparcado en Transformación Digital, ministro de Economía bajo Montero? Sí, pero entonces por qué no haberlo dejado en Seguridad Social hasta el relevo. Escrivá es un economista competente que se ha 'adaptado' a los objetivos políticos de Sánchez –pensiones con IPC– y por eso está 'quemado' ante la CEOE. Y puede ser dudoso ante los ortodoxos de Bruselas. En cambio, podría ser gobernador del Banco de España cuando se produzca el obligado relevo de Hernández de Cos el próximo semestre.

Y Sánchez tiene economistas de prestigio. Dos –David Vegara y Maurici Lucena– vienen del PSC pasqualista, pero se desenvuelven bien en Madrid. Vegara fue secretario de Estado de Economía con Pedro Solbes y pudo ser consejero del BCE, pero el PP lo vetó. Hoy es dirigente del Banco de Sabadell. Maurici Lucena, en otro tiempo discípulo predilecto de Solchaga, fue un eficaz diputado del PSC en el Parlament y el Gobierno Sánchez lo hizo presidente de AENA. Y luego está Ángel Ubide, quizás el más sanchista, que ha colaborado a fondo en los programas del PSOE, pero que trabaja desde hace años en Estados Unidos y está en un importante fondo de inversión. Aunque en los tres predomina el perfil técnico sobre el político.

También podría optar por un arreglo interno y nombrar a Luis Planas, ministro de Agricultura desde 2018, que conoce muy bien Bruselas. O a Manuel de la Rocha, su asesor económico en la Moncloa. Pero tienen poco glamur en el mundo económico internacional. 

Sánchez aún no sabe cómo sustituir a Calviño, que no ha querido ser diputada socialista, pero se ha comprometido a fondo con el presidente. Y cuyo padre, José María Calviño, fue director de RTVE y confidente de Alfonso Guerra cuando no había televisiones privadas. No, no hay dos Calviño.

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