Nueva legislatura
Gemma Ubasart

Gemma Ubasart

Consellera de Justícia, Drets i Memòria

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Amnistía para retornar a la política

Este mecanismo ha sido útil en la resolución de conflictos profundos que existen en una sociedad, sobre todo democrática, a los que se ha asociado una destacada variable punitiva

Los letrados del Congreso dan el visto bueno a la ley de amnistía

Pedro Sánchez derogará el delito de sedición y lo sustituirá por uno de desórdenes públicos agravados

Concentración contra la amnistía y la investidura de Pedro Sánchez en la sede del PSOE de la calle Ferraz.

Concentración contra la amnistía y la investidura de Pedro Sánchez en la sede del PSOE de la calle Ferraz. / José Luis Roca

Seis años después de los ´hechos de octubre´ se abre paso una amnistía sobre todas aquellas derivadas penales y administrativas del llamado 'procés' soberanista. Con la aprobación del texto registrado en el Congreso de los Diputados se haría 'tabula rasa' a las consecuencias punitivas de hechos que comprenden el periodo entre 2012 y la actualidad. Esta extinción de responsabilidades es una buena noticia, que permite abrir una etapa nueva en Catalunya y en España, y posibilita mirar hacia el futuro; facilita la gestión de la cuestión territorial de manera madura y dialogada; y permite devolver a la arena política un conflicto de naturaleza política.

Aunque son días de enorme ruido y tensión, de manera relevante fomentado por una parte de la opinión publicada, estoy segura de que el tiempo pondrá las cosas a su sitio. Sería bueno desdramatizar un instrumento bastante común en nuestro entorno. Así pues, la aprobación de una amnistía no debería entenderse como signo de debilidad, sino al contrario. Una sociedad democrática se hace fuerte, profundiza en su calidad democrática, si busca caminos para transitar de manera política y negociada los conflictos. Eso sí, con el fin de que el barco se conduzca a buen puerto, va a ser necesaria una mirada larga y la cabeza fría. Y continuar explicando a los que aún dudan de la constitucionalidad, necesidad y bondad de la medida.

No está de más seguir recordando el encaje constitucional de una medida de este tipo. No existe una prohibición explícita de la amnistía en la Carta Magna. El Tribunal Constitucional no ha cerrado la puerta a ella cuando ha tenido oportunidad de pronunciarse. Y lo que, desde mi punto de vista, es más determinante: esta figura se encuentra en muchas constituciones europeas. Es más, en la alemana, que no se explicita, esta ha sido avalada por la corte de control de constitucionalidad.

Debe reseñarse que la figura de la amnistía no solo se aplica a procesos de cambio de régimen, como algunos parecerían subrayar para destacar su excepcionalidad. La amnistía ha sido y sigue siendo útil en la resolución de conflictos profundos que existen en una sociedad, sobre todo democrática, a los que se ha asociado una destacada variable punitiva. Así pues, la amnistía se consolida como una pieza en un amplio puzle de resolución de conflictos y de construcción de cultura de la paz. Es más, las amnistías incluso se utilizan –de manera relativamente frecuente- para resolver problemas cotidianos de política pública. Señalar, por ejemplo, su uso en Italia o Portugal, con el objetivo explícito de vaciar cárceles en momentos en los que ha existido una sobrepoblación.

En definitiva, nuestra amnistía debe entenderse como el final de un camino de desjudicialización que se empezó a transitar con los indultos y la posterior reforma del Código Penal, suprimiendo del ordenamiento el delito de sedición (como así demandaban organismos internacionales y asociaciones de derechos humanos). Sin el camino transitado hasta hoy no hubiéramos llegado a la amnistía. Pero la amnistía era el peldaño último necesario para concluir el proceso. Durante el camino, se ha ido haciendo pedagogía y forjando una correlación de fuerzas imprescindible para abrir nuevos escenarios.

Seguramente, lo que vemos estos días, con una derivada decadente en las calles de Madrid, es una consecuencia no tanto de la medida en sí sino de la falta de construcción de un sentido común nuevo, la renuncia a la batalla cultural. Si bien desde inicios de los 80 se ha procedido a implementar un proceso de descentralización del Estado, aunque cada vez más administrativo que político, lo que no se ha transitado es la consolidación de una suerte de cultura política plurinacional. Haciendo una cierta traslación de continuidad con el debate actual, si bien Pedro Sánchez no ha dudado de la amnistía (como mínimo, desde la misma noche electoral del 23J) sí que puede afirmarse que no ha habido una estrategia de explicación y comunicación de las bondades de esta. Cuando una medida es percibida como una mal menor, se hace mucho más difícil de defender. Este episodio puede ser un buen aprendizaje para la legislatura que se abre.