Comercio

A consumir

Ahora nos domina la sensación de que vivimos el inicio de una época que no sabe de certidumbre y previsibilidad, un contexto que invita a los ciudadanos a consumir y vivir lo mejor posible la inmediatez

Ante un nuevo Black Friday de récord de gasto pese a 32 meses consecutivos de inflación al alza

Una tienda anuncia sus descuentos durante el Black Friday del año pasado.

Una tienda anuncia sus descuentos durante el Black Friday del año pasado. / Zowy Voeten

Jordi Alberich

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Nuevamente, nos alcanza ese Black Friday que, de origen estadounidense y vinculado a su día de acción de gracias, se ha consolidado plenamente entre nosotros. Una iniciativa que viene a complementar, más que a sustituir, las compras navideñas y las rebajas de enero. Todo ello como una muestra más de la radical transformación del comercio tradicional, habituado a una previsibilidad que ha quedado diezmada por la irrupción masiva de internet y la emergencia de múltiples iniciativas de invitación al consumo a precios reducidos. 

El Black Friday se ha añadido a nuestro calendario como el día que, aupado por una pompa más que notable, se orienta a aquellos ciudadanos especialmente sensibles al precio de un producto que les interesa. Por ello, ha tenido un efecto menos negativo sobre las compras navideñas de lo que en sus inicios se temía, contribuyendo más bien a un mayor consumo global. 

Un acontecimiento que, además, ha venido a consolidarse en unos años muy complejos en que, desde la pandemia a las incertidumbres económicas, todo invitaba a pensar en una caída muy generalizada del comercio. Un análisis racional basado en la experiencia histórica señalaba que, en épocas de crisis, mejor ahorrar que gastar. Pero no ha sido así, las ventas subirán más o menos, pero las cifras de los últimos años son superiores a las que, en su momento, se podía prever.

Y, tras ello, la sensación de que no estamos ante una más de las recurrentes crisis del capitalismo en que, tras un paréntesis de unos pocos años, se recupera la normalidad perdida. Ahora nos domina la sensación de que vivimos el inicio de una época que no sabe de certidumbre y previsibilidad, un contexto que invita a los ciudadanos a consumir y vivir lo mejor posible la inmediatez. Un fenómeno muy similar al que se da en el mundo del trabajo, donde son cada vez más los jóvenes que ni se plantean su futuro a medio plazo. Algo profundo está sacudiendo nuestras sociedades. Mejor pensémoslo otro día. Hoy toca comprar. 

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