De las patadas a darse la mano
Aprobado raspado. Habrá Gobierno Sánchez y el líder de la oposición dice que ha sido elegido con normas constitucionales. La democracia funciona mal por el ruido atronador, pero resiste
El Gobierno de Sánchez: los ministros seguros, los probables y el dilema de Calviño
Qué ha pactado Sánchez con cada partido para ser presidente
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Pedro Sánchez saluda a Alberto Núñez Feijóo / POOL
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Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
España sufre una gran polarización por las protestas contra la amnistía y el rechazo de la derecha a la investidura de Sánchez por el pacto con partidos independentistas. Y el debate de investidura estuvo marcado por este clima de crispación y de choque encarnizado entre PP y PSOE. ¿Cuánto tiempo durará esta situación?
No incita al optimismo que el presidente Sánchez amalgame PP y Vox en una "derecha retrógrada" y se carcajee de que Feijóo diga que solo no es presidente por no haber cedido a Puigdemont. Ni que Feijóo afirme que Sánchez es corrupto porque no ha negociado sino "comprado" los votos independentistas. Y aún menos que Abascal acuse a Sánchez de golpismo y lo compare con Hitler. Y el peso de los extremos (Vox y Podemos) es en parte culpa de esta guerra entre PP y PSOE.
Y, sin embargo, la democracia funciona. Muy mal, por un ruido atronador, pero funciona. Sánchez ha sido elegido en primera votación con 179 síes contra 171. Tendremos Gobierno. Y Feijóo, en un discurso descalificatorio, afirmó que será un Gobierno elegido con las normas constitucionales. El lenguaje fue apocalíptico, pero no cayó en lo de "estamos entrando en una dictadura" de Isabel Ayuso, o en el golpe de Estado de Abascal. Hizo, con un lenguaje muy subido, de líder de la oposición. Y al acabar la sesión, fue a saludar a Sánchez quien le extendió la mano para que la encajaran. Feijóo le dijo: "Esto es un error y tú eres el responsable", pero se guardaron las formas. Y el único diario que ayer exhibía esa foto en portada era 'La Razón', conservador, pero que no pretende dar lecciones de derechismo al líder del PP. Anotado.
Seamos realistas. Al punto al que hemos llegado, ni Sánchez ni Feijóo podían hacer algo muy distinto. La investidura es un gran plató de TV en el que cada líder tiene que insuflar moral a los suyos y meter goles al contrario. Sánchez, azotado con gran dureza toda la legislatura y en la campaña electoral, no podía dejar de devolver los golpes. Y mostrar que ganaba. Y Feijóo, que fue el más votado, pero que no logró la mayoría absoluta y que no será el inquilino de La Moncloa por el pacto del PSOE-Puigdemont (en un documento muy extraño), tenía que insistir en que esta amnistía es inconstitucional (puede serlo), y que todo ha sido una maniobra turbia. Necesita mantener el PP unido (con Ayuso) y fuerte (frente a Abascal). Sánchez y Feijóo saben que se necesitan, pero ni se tragan ni sabrían cómo pactar sin perder terreno ante sus extremos.
Y la única encuesta publicada ('El Mundo') dice que los dos lo lograron. El 84,4% de los votantes del PSOE creen convincente el discurso de Sánchez. Y el 90,3% de los populares, el de Feijóo. La nota de Sánchez es 5,4 y la de Feijóo, 5,1. Guste o no, las cosas son así. Aunque los dos deben saber que un 5 es solo un raspado aprobado.
¿Y ahora qué? Sánchez tendrá graves problemas en su coalición, aunque como la amnistía tardará (por el Senado del PP, por las cuestiones de constitucionalidad de los jueces…) Puigdemont no podrá separarse mucho de Sánchez. Al pedir la amnistía, ha quedado ligado a las leyes españolas. Quizás más grave sería una política de gestos, a lo Yolanda Díaz, que olvidara los altos tipos de interés actuales y el retorno de las normas fiscales de la UE. ¡Ojo al grito de Juan Roig, el de Mercadona!
Pero ayer Sánchez tuvo buena noticia. El CIS de la Generalitat dice que el PSC incrementaría mucho su ventaja en las elecciones catalanas, que por primera vez el independentismo no tendría mayoría absoluta, y que el 60% de los catalanes, contra el 31%, aprueban la amnistía. El motor Sánchez-Illa funciona.
Y Feijóo debe redefinir su liderazgo y su política para una etapa de oposición. Necesita un equipo más coherente y solvente (y cerebro económico). Y tiene que repensar lo de Vox. Se lo dijo el siempre brillante Aitor Esteban: "Alberto, el motor del PP está gripado por el aceite de Vox". Y él mismo ha admitido que los pactos con Vox tras las autonómicas le perjudicaron en las generales.
Sánchez tiene dos huesos: Puigdemont… y Yolanda. Feijóo, Vox…y Ayuso. Y el jueves el encaje de manos final entre Sánchez y Feijóo fue menos visible que las patadas anteriores. Pero pese a todo la democracia española funciona. Más mal que bien, pero resiste.
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