El debate de investidura

Españas vendo que para mí no tengo

La amnistía ha subido posiciones entre las preocupaciones de la España de la calle y tensionado a la sociedad, pero sin borrar el resto de agujeros que presenta el país

Sánchez y Feijóo abren una tensa legislatura con el choque por la amnistía

Última hora del debate de investidura de Pedro Sánchez, en directo

Pedro Sánchez, antes de su intervención

Pedro Sánchez, antes de su intervención / DAVID CASTRO

Gemma Robles

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Permítanme los lectores retorcer un poquito un refrán castellano para explicarles claves sobre la investidura. Empecemos por Pedro Sánchez. ¿Qué España nos vendió para convencernos de que debe ser presidente? Una España de blancos y negros, sin grises, donde hay que elegir entre él y sus socios o Vox, negándole al PP personalidad propia ante la ultraderecha. Y vendió también el jefe del PSOE una España en la que el nuevo Gobierno, el suyo, impulsará medidas para solucionar problemas que preocupan a los ciudadanos: la vivienda, la inflación, el empleo, la sanidad, la educación, la dependencia... Cabe enfatizar que Sánchez acertó eligiendo temas de los que se habla en la calle. En los chats familiares y de amigos. En los bares. En el sofá del salón. Otra cosa es que la España que puede dar respuesta a la mayoría de esos desvelos es la España de las administraciones autonómicas, en las que los socialistas tienen ahora un peso menor. Podría aspirar a acuerdos con las comunidades en los próximos años en estas materias y en asuntos de enjundia como la financiación autonómica o la fiscalidad. Podría. Pero el puñado de dardos dialécticos que lanzó Sánchez a los barones del PP, y especialmente a su baronesa Ayuso, no hacen presagiar, precisamente, ningún acercamiento con el partido que goza de mayor poder territorial.

Dedicó poco tiempo en su primera intervención Sánchez a otra cuestión que se ha colado, y de forma impactante, en la calle. En los chats familiares y de amigos que antes mencionábamos. En los bares. En el sofá del salón. La ley de amnistía. «Las circunstancias son las que son y hay que hacer de la necesidad, virtud». «Concedemos la amnistía en nombre del interés de España y la concordia», dijo el aspirante a seguir en la Moncloa. En fin. Puede que la medida de gracia acabe generando concordia y beneficiando el interés general. Si es así, aquí informaremos. Si no lo es, también. Pero es indisimulable que ha sido otorgada para garantizar un Ejecutivo. El de PSOE y Sumar.

Muy distinta fue la estrategia del jefe de la oposición. Para Feijóo el perdón al 'procés' fue, este miércoles, el tema. Mejor dicho, el monotema. No quiso entrar a confrontar con el aspirante sobre otras materias. «La amnistía aplasta la convivencia y divide al país en dos». «Esta investidura se propicia por corrupción política». «La amnistía no mejora la convivencia, la destruye».

Centrarse en un único eje, importantísimo, pero uno solo y en el que Vox marca de cerca a los populares, es una decisión estratégica. Bien, pero la España de la calle, la de los chats familiares y de amigos, de los bares y del sofá de los salones es una España plural. Con preocupaciones diversas entre las que, claramente, la amnistía ha subido posiciones y tensionado a la sociedad, pero sin borrar el resto de agujeros que presenta el país y a los que el jefe del PP, si quiere afianzarse en el centroderecha y ganar terreno a la ultraderecha en una legislatura cogida con pinzas, tiene ahora oportunidad para explicar cómo los taparía. Qué le diferenciaría en gestión del Gobierno de coalición. Él repitió en el hemiciclo que no es presidente porque no quiere. Porque no cedió ante Junts. Esa España que vende Feijóo, la que le hubiera hecho presidente de haberlo decidido él, no es la del sistema parlamentario. Hoy por hoy no la tiene. No la tuvo en su intento de investidura porque no recabó apoyos suficientes. Vox le sumaba y le restaba al mismo tiempo. Lo sabe. Lo debe solucionar si quiere avanzar.

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