Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
¿Monarquía para rato?
España tiende a la crispación y que el jefe de Estado no tenga color político limita el mangoneo de los partidos. A mucha España no le gustaría la presidencia de Aznar. Y a otra, la de Alfonso Guerra
La princesa Leonor jura "cumplir y hacer cumplir la Constitución" en el Congreso
Leonor jura la Constitución en su 18 cumpleaños
Sergio Vila-Sanjuán, amigo y buen periodista, ha escrito con motivo de la mayoría de edad de la princesa Leonor el artículo 'Monarquía para rato'. Me ha hecho pensar. Sergio se define monárquico, e hijo de monárquico, pero en Catalunya y en España hay bastantes republicanos –no todos– que no rechazan la monarquía. Incluso la apoyan.
Por varias razones. Una, porque la transición del franquismo a la democracia habría sido más traumática sin Juan Carlos I. Dos, porque España tiende a la crispación y una figura neutra, sin color político y que represente a todos sus ciudadanos, marca límites al mangoneo partidista que –lo estamos viendo– es muy invasivo. Mucha España se sentiría incómoda en una república presidida por Aznar con corte aznarista. Y a otra le pasaría lo mismo con Alfonso Guerra en la presidencia.
Es más confortable un jefe del Estado no tributario de la política. Y más cuando tanto Juan Carlos I como Felipe VI –y el martes Leonor de Borbón juró lo mismo– han respetado la Constitución y los resultados electorales. Al contrario que Alfonso XIII, y pese a errores, no han 'borboneado'. Han renunciado –casi siempre– a sobrepasar su papel constitucional. Y democracias más antiguas –desde Gran Bretaña a Suecia– muestran que la monarquía no coartó ni las libertades ni los avances sociales.
Por último, porque la monarquía ha generado un amplio consenso. Hoy, el único entre el PSOE y el PP es la conveniencia de la institución monárquica. Por eso no podemos tener una jefatura del Estado vacante más de dos años como pasa con el Consejo del Poder Judicial.
Menor consenso
Pero la monarquía tiene hoy menos consenso que en 1986 cuando Felipe VI llegó a la mayoría de edad. Entonces estuvieron tanto el lendakari Ardanza como Jordi Pujol, presidente de la Generalitat, mientras que ahora tanto Urkullu como Aragonès se han ausentado.
¿Qué diferencia a 1986 de 2023? La conducta financiera de Juan Carlos ha generado tanto rechazo que le ha forzado a un cierto exilio. Quizás también que la derecha (y Vox) asocian la monarquía a su idea de España, lo que alimenta suspicacias. Y el Estado autonómico se ha embarrancado en la distinción constitucional entre regiones y nacionalidades. Y el discurso de Felipe VI cuando la DUI (declaración unilateral de independencia) de 2017 ni correspondía al jefe del Estado (no es el intérprete de la Constitución), ni mostró empatía respecto a Catalunya, que mayoritariamente no entendió el portazo del Constitucional a un Estatut que había sido aprobado (y 'cepillado') en las Cortes españolas y por referéndum en Catalunya. Luego, al Rey le ha costado estar en Catalunya con normalidad.
La monarquía tiene hoy menos consenso. Para Felipe VI y Leonor lo grave sería que se erosionara aún más. ¿Cómo evitarlo? Primero, no siendo instrumentalizados por el unitarismo dogmático, porque España puede ser autonómica, federal o incluso confederal con un cambio según la normativa constitucional. También huyendo del intervencionismo y con una conducta económica escrupulosa, como en los últimos tiempos. Y no alentando el ostracismo a los republicanos. No solo porque la Constitución no es militante sino porque la libertad de las ideas y de su difusión es un derecho fundamental.
Leonor tiene activos. Uno, la pertenencia a una generación para la que la Transición es tan lejana como para la nuestra la guerra de Cuba de nuestros bisabuelos. Y liquida definitivamente aquello de que la gran relevancia política es una exclusiva masculina. Le debe preocupar que varios partidos y una parte de Sumar –con tres ministros– no fueran a la sesión del martes. Pero lo grave sería que su conducta o la polarización creciente aumentaran el desapego.
Los reyes deben limitarse a su rol constitucional y a escuchar las corrientes de fondo del país, que no son las que más gritan ni las que más agitan las banderas. Y conservan la ventaja del consenso de los dos grandes partidos. Hay continuidad entre la actitud actual de Sánchez y la de Rubalcaba cuando la abdicación de Juan Carlos. Los tiempos del primer Felipe González, cuando en los mítines del PSOE se coreaba aquello de "España, mañana, será republicana" quedan ya muy lejos. No se acuerda ni el propio González.
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