Conflicto Israel-Palestina
Georgina Higueras
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China, nuevo actor en Oriente Próximo

Pekín busca mejorar su influencia e imagen internacionales, sobre todo en el Sur Global, mientras convence al mundo de su "ascenso pacífico"

Xi y Putin refuerzan sus diferencias con Occidente con la nueva ruta de la seda y el conflicto en Oriente Próximo

China esgrime su equidistancia entre Israel y Palestina y culpa al contexto histórico de la actual escalada

China Xi Ping

China Xi Ping / JU PENG / XINHUA NEWS / CONTACTOPHOTO

China se ha confirmado como nuevo actor en Oriente Próximo. Su declaración de que Israel está yendo "más allá de la autodefensa en Gaza" y la mano tendida a los países árabes para coordinar con ellos un alto el fuego, que permita detener "el castigo colectivo" que sufren los gazatíes, han sido recibidas con satisfacción no solo por sus interlocutores árabes sino también por muchos países del Sur Global, molestos por el doble rasero de Occidente a la hora de analizar los conflictos de Gaza y Ucrania. 

China reconoció a Palestina como Estado en 1988 y desde que en 1992 estableció relaciones diplomáticas con Israel, los lazos bilaterales han experimentado un enorme crecimiento. De ahí, que Pekín haya mostrado con anterioridad su voluntad de mediar en el conflicto israelo-palestino. Sin embargo, el Gobierno de Netanyahu se ha declarado ahora "muy decepcionado" con China, que "condena todas las acciones que dañan a los civiles" sin distinguir entre los asesinados por Hamás y los exterminados por el Ejército israelí, y reitera que la clave de la solución del conflicto es la existencia de dos Estados, Israel y Palestina. 

China es el segundo mayor socio comercial del Estado judío y ambos países mantienen una estrecha cooperación en temas tecnológicos, de innovación, de infraestructuras, como el puerto de Haifa, e incluso militares, lo que cada día molesta más a EEUU que ha tratado de evitarlo sin éxito.  

Esta grave crisis ha forzado a Washington a reconocer que Pekín va ocupando el vacío dejado por la Administración estadounidense en la zona. El secretario de Estado, Antony Blinken, ha llamado a su homólogo, Wang Yi, para pedirle que trate de evitar que otros actores estatales o no estatales ataquen a Israel. La Casa Blanca quiere impedir que la guerra de Gaza se extienda y sabe que China mantiene una estrecha relación con Irán.  

Pekín siempre se ha opuesto a las sanciones unilaterales que decreta EEUU cuando un país no sigue sus directrices, lo que ha facilitado el acercamiento entre Irán y China. De hecho, la primera mediación de Pekín en Oriente Próximo fue lograr, en marzo pasado, la reconciliación entre los dos grandes rivales de la región, Arabia Saudí e Irán, que rompieron sus relaciones en 2016.

Interés estratégico

Oriente Próximo tiene un alto interés estratégico para China, no solo porque más de la mitad del petróleo que compra procede de esta zona, sino también porque es fundamental para la nueva ruta de la seda, la principal iniciativa exterior de Xi Jinping. 

Convertida en la segunda potencia económica del mundo, China busca ahora mejorar su influencia e imagen internacionales, sobre todo en el Sur Global, mientras convence al mundo de su "ascenso pacífico". También defiende una "neutralidad activa" que pasa por demandar que se apliquen en todos los países "las normas básicas del derecho internacional". Muchos países que se sienten menospreciados por Occidente valoran la posición adoptada por Pekín y sus intentos de mediación.  

Estos días, China se ha puesto en contacto con la mayoría de los actores en la región, empezando por la reunión de Xi Jinping y Vladímir Putin en Pekín, con motivo de la celebración del décimo aniversario de la Franja y la Ruta. Ambos han insistido en la necesidad de un alto el fuego inmediato para evitar una extensión incontrolada del conflicto. Putin también tiene unas excelentes relaciones con Netanyahu, pero sus críticas a los bombardeos de Gaza pueden congelarlas, al igual que podría suceder con las de China.  

China se ha mostrado dispuesta a coordinar con Egipto, Qatar, Arabia Saudí y otros países árabes un alto el fuego e iniciar conversaciones para buscar una solución negociada. Su enviado especial para Oriente Próximo, Zhai Jun, ha viajado a la zona y busca cómo poner freno a la venganza israelí, partiendo del principio de que venganza no es política. 

Está claro que la salvajada de Hamás y la respuesta israelí han dinamitado los Acuerdos de Abraham –pergeñado por el yerno de Donald Trump-- sobre la normalización de las relaciones diplomáticas entre Israel y los países árabes sin tener en cuenta el destino de los palestinos. Habrá que partir de otro plan para conseguir una paz duradera en Oriente Próximo y la estrategia pacifista de China podría ser de gran ayuda. El problema es que Pekín tiene poca experiencia en ese avispero y su diplomacia se basa en "pasar el río tanteando las piedras", es decir, sin mojarse, lo que dificulta su capacidad negociadora.

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