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Impulsar la cultura

Los impulsores de Legiland recogiendo el galardón en el Teatre Romea este martes.

Los impulsores de Legiland recogiendo el galardón en el Teatre Romea este martes. / Jordi Otix

Albert Sáez

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Dentro de las iniciativas de la nueva época de EL PERIODICO desde su adquisición por parte de Prensa Ibérica, el diario ha patrocinado este año la Nit de l'Empresa i la Cultura que organiza la Fundació Catalunya Cultura en la que también nos hemos integrado. Al frente de esta iniciativa están Eloi Planes, como presidente, y Maite Esteve, una directora entusiasta de la idea del mecenazgo y empeñada en acabar con este agujero negro en Catalunya y en España. Esta fundación es una de las apuestas más serias que se ha hecho nunca por impulsar el compromiso de las empresas con la creación y exhibición cultural, pero también para dotar a los creadores de unas mínimas bases empresariales que hagan viables y sostenibles sus proyectos. Planes, empresario de éxito con la empresa Fluidra que ha convertido en líder mundial, representa a un grupo de mecenas que se han tomado en serio su compromiso con la cultura y no lo quieren tener solo desde la perspectiva de la responsabilidad social, que también, ni del patrocinio, que también. Los premios de este año reflejan este talante: el proyecto Legiland, una plataforma que impulsa la lectura en las edades escolares, y la empresa DKV por su compromiso en proyectos culturales. 

Al final de la anterior legislatura, la fundación estuvo a punto de lograr una reforma sustantiva de la ley española de Mecenazgo que nos hubiera puesto en los estándares europeos y que siguen reclamando que el Gobierno apruebe como decreto-ley en este tiempo de interinidad. Paralelamente, la fundación impulsa también que se hagan leyes de mecenazgo en aquellas autonomías que no la tienen, como es el caso de Catalunya. Normalizar el mecenazgo cultural desde el punto de vista de la fiscalidad es una de las tareas pendientes de nuestra democracia desde la incorporación a la UE. Los ministros de Hacienda nunca encuentran el momento para hacerlo y algunos creadores culturales parecer preferir la precariedad de las subvenciones a la competitividad del mecenazgo. Craso error.

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