Investidura
Joaquim Coll

Joaquim Coll

Historiador

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Urgencia sin prisas

Lo que pretende Sánchez es la cuadratura del círculo. Conceder una amnistía y justificarla como un acuerdo para pasar página al 'procés'. El problema es que los separatistas no quieren eso

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Pedro Sánchez  y Míriam Nogueras, este viernes en el Congreso de los Diputados.

Pedro Sánchez y Míriam Nogueras, este viernes en el Congreso de los Diputados. / David Castro

Que la política es muchas veces un ejercicio de hipocresía, ya lo sabíamos, pero no por eso nos dejan de sorprender ciertas cosas. A Núñez Feijóo se le criticó mucho desde la izquierda porque su investidura no solo estaba destinada al fracaso, sino porque además “nos hacía perder el tiempo”, se dijo. La urgencia era la investidura de Pedro Sánchez y la formación de un nuevo Gobierno, claro está. Pues bien, han transcurrido diez días desde que el rey designó al líder socialista como candidato y, sin embargo, la presidenta del Congreso, Francina Armengol, sigue sin poner fecha al debate y la votación parlamentaria. Sin duda urge tener nuevo Ejecutivo, pues la provisionalidad es mala siempre, y llevamos así desde que se convocaron las locales y autonómicas de mayo, y además este último semestre España preside la Unión Europea. Pero prisas por retratarse en una investidura complicadísima, Sánchez no tiene ninguna. Así pues, en lugar de criticar a Feijóo por “hacernos perder el tiempo”, desde el PSOE tendrían que haberle dado las gracias porque con su investidura rellenó un tiempo muerto que puede alargarse hasta finales de noviembre. No hay que olvidar que el contrarreloj es el modo favorito del independentismo. Los últimos presidentes de la Generalitat han sido elegidos en el límite de que se convocasen nuevas elecciones.

Sánchez hace bien en no tener prisas, aunque se contradiga con el discurso sobre la urgencia de tener nuevo Gobierno. Si va a la investidura sin tenerlo todo muy bien atado, le puede salir el tiro por la culata. Lo que pretende es la cuadratura del círculo. Conceder una amnistía, que en sí misma es una anomalía democrática, y justificarla como un acuerdo para pasar página al 'procés'. El problema es que los separatistas no quieren eso. Aceptarán el eufemismo de “respetar la legalidad vigente”, pues la palabra constitucional les da urticaria, pero si obtienen una amnistía sin 'mea culpa' y sin renuncia a la unilateralidad saldrán reforzados para construir una nueva pista de despegue. Un acuerdo así será bueno para ellos, pero no para Catalunya.

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