Obituario
Juan Cruz

Juan Cruz

Periodista y escritor. Adjunto al presidente de Prensa Ibérica.

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"¡Esto no lo arregla ni Tascón!"

Pionero de periodismo digital en España, era capaz de arreglar cualquier entuerto con una palabra

Mario Tascón

Mario Tascón / Prodigioso Volcán

Venía del Bierzo, pero jamás se fue de allí. Aquella era su tierra, de ella eran su lenguaje, sus memorias y sus amigos. Y su pasión, desde el Bierzo a cualquier sitio del mundo donde se hallara, era el periodismo. El periodismo en punta, el que buscaba la salvación en las nuevas tecnologías.

En pos de la solución a los problemas técnicos que planteaba el futuro llegó a 'El País', cuando este periódico, en el que yo pasé gran parte de mis 75 años, se aprestaba a dar la batalla digital a fondo. Lo veíamos trabajar, idear, compartir, y sabíamos que no era de la pasta más arqueológica de las tecnologías, porque no era ni atildado ni sabelotodo. Explicaba como si fuéramos escolares, porque lo éramos, sobre todo ante su propia sabiduría, y terminaba haciéndonos creer que todo era muy sencillo.

Mario Tascón. Tenía 60 años, era un gran periodista de estos tiempos, y de los tiempos antiguos; siempre estaba inventando, hacia el futuro y desde el pasado, respetuoso con los que no sabíamos nada, dispuesto a ayudarnos hasta en los más mínimos detalles, tenía el aire de venir siempre de otra conversación, o de un sueño. Llevaba su mochila sobre ropas abrigadas, como recién llegado de los fríos del Bierzo, y entraba en la Redacción, en las redacciones, con los ojos brillantes, claros, porque venía de parir una idea que en seguida compartiría. 

Creó, dentro de los periódicos en los que estuvo, células de conocimiento que hicieron que todos sus compañeros lo buscaran para prolongar el saber concreto con lo que él tuviera que decir de otras cosas. De fútbol, de literatura, de la lectura incesante que hacía de lo más concerniente al oficio de avanzar en esas técnicas que él quiso hacer fáciles para nosotros.

Se fue de 'El País' y de otros sitios, pero para mí que nunca se iba de ningún lado, porque en todos dejaba más amigos que nadie. Así que surgía luego, como el Guadiana, para asistirnos desde otros lugares y darnos a entender que, como la técnica que él enseñaba, él también era ubicuo, de sitios y de sentimientos. Yo solía decirle, desde que lo conocí, que él era capaz de arreglar cualquier entuerto digital con una palabra, nada más. Él se reía. Yo le decía, ante él, pero también ante otros, cuando había que ponerlo de ejemplo ante las dificultades graves: "¡Esto no lo arregla ni Tascón!".

Abogado de los imposibles

Era, en su oficio, en el nuestro, un abogado de los imposibles. Ha hallado la muerte trabajando, instruyendo, seguramente feliz de estar con otros. Hasta que un mal, el mal que siempre está a punto de dictar el último silbato de la vida, se lo llevó de golpe, dejando sin aliento a los muchísimos que decíamos que era una de las mejores personas que hemos conocido en este oficio de sabihondos que no saben decir, al contrario que Tascón, que tampoco ellos saben tanto. 

Mario Tascón. Descansa. Saber de su muerte es agotar, desde por la mañana, las ganas de levantarse, de salir a la calle, de hacer otra cosa que gritarle al azar nuestro cabreo.