Antoni Vila Casas

Ha muerto a los 92 años Antoni Vila Casas, empresario farmacéutico, mecenas relevante del arte catalán actual y un entusiasta catalanista. Àngels Torras me envía un buen documental que hizo para la Generalitat y su visión me ha forzado a reflexionar. Le conocí poco. Hace años compartí mesa en una boda, coincidimos en un hotel de Mallorca el día que Felipe González dimitió por sorpresa de secretario general del PSOE, y lo encontré en algunos actos. El último, en el homenaje al fallecido galerista Joan Gaspar. 

Vila Casas, alto y elegante, siempre me inspiró interés… y cierta simpatía. Por su afabilidad y su trayectoria. Crear Prodesfarma, partiendo de un pequeño laboratorio, y convertirla en un gigante que apostaba por la investigación y líder de antidepresivos en España, le consagró como gran empresario. Pero a los 66 años -quizás por falta de descendencia- la fusionó con Laboratorios Almirall (familia Gallardo) y acabó vendiendo. Y desde entonces se dedicó a comprar obras de arte catalán posterior a 1930 y con su fundación montó tres museos: de escultura en Palafrugell, fotografía en Torroella y pintura en Barcelona. Y a ayudar. Desde la Fundació Miró hasta el hospital Vall d'Hebron (espacios para la leucemia) y a iniciativas catalanistas.

Vila Casas no escondía su independentismo. Recuerdo una cena en el Empordà (verano de 2019) en la que los invitados expusieron opiniones muy distintas sobre la repetición electoral de aquel noviembre. Vila Casas no lo dudó y dijo que podría votar a Junts, Esquerra o las CUP. Quería la independencia, punto.

Había presidido Farmaindustria, el ‘lobby’ farmacéutico. Era pues todo menos un ingenuo. ¿Por qué entonces tanta determinación, obviando que el independentismo cometió grandes errores? Porque buena parte de la clase política española no admite aún la plurinacionalidad pese a que la Constitución habla de “regiones y nacionalidades”. Y Vila Casas expresaba el sentir de una parte ¿cuánta? de las capas dirigentes catalanas.

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