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Periodismo frente a ilusionismo

Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, ayer en el Palau de la Generalitat.

Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, ayer en el Palau de la Generalitat.

Albert Sáez

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Algunos medios informativos están persuadidos de que tienen la capacidad de crear un estado de sugestión colectiva que ayude a que tanto Junts como Esquerra, el PNV y Bildu voten a Pedro Sánchez. Pero el periodismo no puede ni debe confundirse con el ilusionismo. Algunos ejemplos de esta perversa dinámica: el pacto de investidura está hecho gracias a una agenda oculta en la que todo está ya amañado; Pedro Sánchez y Carles Puigdemont en algún momento sacarán el Felipe González y el Jordi Pujol que llevan dentro; estamos ante una oportunidad histórica de rehacer los pactos entre Catalunya y España; se abre la puerta a una actualización del pacto territorial de la Constitución; y así día tras día sin aportar ningún hecho que sustente estas afirmaciones.

La realidad es otra. Pedro Sánchez y Carles Puigdemont no están ni siquiera negociando, simplemente han tomado la decisión de que no tienen miedo a hacerlo, porque han asumido que concurrir a las urnas sin acuerdo les puede beneficiar lo mismo que alcanzarlo. Puede que se equivoquen en el cálculo, pero ahora es el que manejan uno y otro.

Los 7 votos de Junts son decisivos para la investidura de Pedro Sánchez pero eso no convierte a Puigdemont en el representante único de Catalunya. En el Congreso hay 41 diputados catalanes más y un eventual acuerdo Catalunya-España no puede hacerse sin todos ellos o sin la mayoría de ellos. España, como han expuesto el presidente canario o el lendakari vasco, necesita una actualización del modelo territorial pero en ningún caso tiene viabilidad alguna sin la participación del PP.

Los partidos debene acordar, si quieren y pueden, lo que estimen necesario para asegurar la investidura de uno u otro presidente. Pero los pactos de Estado deben hacerse en las instituciones con luz y taquígrafos. Ya vimos los catalanes en 2003 que un apaño de madrugada en la Moncloa entre Zapatero y Mas no fue garantía de nada.

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