Ágora
Irene Bartol

Irene Bartol

Secretaria general de ASEME (Asociación de Empresas Eléctricas)   

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La democracia ateniense de Pericles y las comunidades energéticas

Los distribuidores locales continuarán siendo un catalizador para el desarrollo económico de las zonas donde distribuyen electricidad

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Los sueldos en el sector de la energía son cuatro veces más altos que en la hostelería

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Leyendo a Theodor Kallifatides, y su novela 'Timandra', ambientada en la Grecia clásica, organizada bajo un régimen democrático, me traslado mentalmente a las comunidades energéticas, definidas como entidades basadas en la participación voluntaria y abierta, cuyo control lo ejercen sus socios o miembros

El interés por las comunidades energéticas no ha parado de crecer. Nadie duda hoy de que el verdadero impulso de estas no ha sido la regulación, sino la implicación de la ciudadanía en la transición energética.

Al hilo de la audiencia pública del proyecto de real decreto que las regula, resulta oportuno subrayar el papel que van a desempeñar en el nuevo escenario. 

Las comunidades energéticas se conciben como proyectos participativos, con finalidad social y medioambiental, en los que la ciudadanía, junto con pymes y autoridades locales, se convertirán en actores clave del sistema eléctrico.

La aportación de flexibilidad al sistema que traerán consigo las comunidades energéticas, merece que el proceso de concepción de las mismas se haga contando con la complicidad y la cooperación de los gestores de redes de distribución.

El acceso a las redes de distribución es uno de los pilares básicos sobre los que se sostiene el funcionamiento del sistema eléctrico, siendo los gestores de redes clave para la integración de las renovables, el despliegue de los recursos energéticos distribuidos y para posibilitar que los consumidores tengan un rol activo.

Sin duda, las plataformas para el cálculo de capacidad de acceso a la red y tramitación de las peticiones de acceso y conexión han supuesto un avance importante para la transparencia en los procesos de acceso a la red, evitando a su vez posibles conductas especulativas.

El flujo y la gestión de los datos resultan esenciales para permitir al consumidor desarrollar todo su potencial en un contexto de transición energética, para que, produciendo, almacenando y compartiendo energía, puedan aportar flexibilidad al sistema eléctrico.

La implantación de los sistemas de medición inteligente, en su momento, supuso un primer eslabón para proporcionar al consumidor sus datos de consumo, aportándole valiosa información. 

En un segundo eslabón, iniciativas como las plataformas de datos Datadis, impulsada por todo el sector de la distribución de electricidad, supone un nuevo revulsivo para el empoderamiento del consumidor, permitiéndole gestionar su demanda y, en última instancia, reducir su factura energética. 

En este escenario, la digitalización se convierte una prioridad para los gestores de redes, quienes, como garantes tradicionales de la seguridad y calidad del suministro eléctrico, se convierten también, en el escenario actual, en facilitadores para el desarrollo de nuevos modelos de negocio por parte de los nuevos agentes. 

Por ello, la transformación del modelo energético y los nuevos retos a los que se enfrenta el sector en su conjunto, demandan alianzas y refuerzo en el compromiso. Y ahí, sin duda, los distribuidores locales han sido siempre un referente, por el compromiso, proximidad y colaboración con sus consumidores. 

Desde el presente, y mirando hacia el futuro, dicho colectivo continuará siendo un catalizador para el desarrollo económico de las zonas donde distribuyen electricidad, un compañero fiable para el desarrollo de comunidades energéticas y, sobre todo, un colectivo implicado en la vocación de servicio.