Editorial
Editorial

Editorial

Los editoriales están elaborados por el equipo de Opinión de El Periódico y la dirección editorial

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El 'comeback' de Tony Blair

Nadie le imagina repitiendo escenas como la de las Azores al lado de George Bush y José María Aznar. Hoy es percibido como alguien capaz de ayudar a sacar el país de la crisis si Keir Starmer llega a gobernar

El exprimer ministro británico Tony Blair.

El exprimer ministro británico Tony Blair. / AFP / JUSTIN TALLIS

Tony Blair ha cumplido los 70 años, salió del Gobierno trasquilado tras haber dado un respaldo incondicional a la guerra de Irak, pero 15 años más tarde vuelve a irrumpir en la política británica, recordado más por sus éxitos al frente de tres mandatos laboristas consecutivos que por sus errores. Todos los medios internacionales han destacado este 'comeback', que se produce cuando el Partido Laborista tiene fundadas posibilidades de ganar las próximas elecciones a finales de 2024 o principios de 2025.

La vuelta de Blair confirma los cambios que se han producido en el laborismo desde que el nuevo líder, Keir Starmer, perteneciente al ala moderada, sustituyó a Jeremy Corbin, adalid de las posiciones más izquierdistas que llevaron al partido a sucesivas derrotas electorales. La incapacidad de Corbin de articular una alternativa a los conservadores explica en parte el resurgimiento de una figura de la política británica que hasta hace poco levantaba las suspicacias de muchos británicos. No solo por su apoyo a la guerra de Irak, seguido del más brutal atentado de Al Qaeda en el Reino Unido, con 52 muertos, sino por los oscuros compromisos que ha asumido desde entonces, en su actividad privada, con países vulneradores de los derechos humanos. Tanto han cambiado las cosas en el Reino Unido, tras el fiasco del Brexit y la incapacidad política de los 'tories', que incluso Instituto Tony Blair para el Cambio Global aparece hoy ante la opinión pública como una reserva de expertos que pueden ayudar a sacar el país de la crisis si Starmer llega a gobernar.

Oscurecida por el final de su mandato, la biografía de Blair como primer ministro cuenta con éxitos que resultan especialmente relevantes en la situación que vive el Reino Unido, tras el Brexit. Para empezar, él siempre se ha definido como un "apasionado europeísta" y esta condición contrasta con el populismo antieuropeo de Boris Johnson, que ha llevado al país a una situación comprometida. También permite pensar, si su influencia se confirma, que el laborismo no volverá a las ambigüedades de Corbin en materia internacional. En un contexto difícil como el actual, un político como Blair, que lideró la negociación del conflicto de Irlanda y participó activamente en la política europea, constituye una garantía para muchos británicos. Nadie le imagina hoy repitiendo escenas como la de las Azores al lado de George Bush y José María Aznar.

Convertido desde entonces al catolicismo, Blair parece situarse por el momento en una posición más humilde de la que exhibió poco después de llegar al Downing Street por primera vez, en 1997. Pronto empezó a teorizar el necesario fin del laborismo tradicional en beneficio de un New Labour, una suerte de Partido Demócrata de amplio espectro tan sugerente como difícil de implementar teniendo en cuenta el peso de las tradiciones políticas en el Reino Unido. En sus recientes comparecencias públicas, no ha abogado por ninguna revolución ideológica sino más bien por un apoyo a las posiciones moderadas que encarna Starmer y que explican el auge del Partido Laborista en las encuestas.

Queda tiempo para los comicios, y la personalidad única de Tony Blair ha llevado a algunos comentaristas a observador esta actitud contenida como una estratagema que podría abandonar para intentar no solo volver, sino ocupar el primer plano. Cuenta para ello con su poderoso instituto y con una imagen de político nacido para elaborar narrativas innovadoras. Las dificultades por las que pasa la socialdemocracia en Europa pueden jugar a favor suyo, intentando presentarse de nuevo como el líder de una renovación de la izquierda de signo moderado, alejado de las posiciones que encarna Pedro Sánchez.