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El teatro sube el telón

Los buenos resultados de la temporada 2022-23 van más allá de un simple efecto rebote tras la pandemia

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adetca / Glòria Solsona

Este lunes, la Associació d’Empreses de Teatre de Catalunya (Adetca) y los teatros públicos de Barcelona han celebrado la ya tradicional doble apertura de la temporada teatral en la capital, con el balance de la temporada pasada y la presentación, con la 22ª gala Catalunya aixeca el teló, de la que ahora empieza. Si en demasiadas ocasiones el análisis de lo sucedido en el año anterior no podía hacerse sino en tono de lamento, este año los resultados que se han expuesto han sido positivos sin lugar a dudas.

El total de espectadores la temporada 2022-23 ha sido de 2.789.751, un 17% más que la anterior, y la segunda cifra más alta desde los 2.890.713 de la temporada 2011-2012. Desde aquel récord que cada vez está más cerca de ser alcanzado o superado, el teatro ha tenido que superar el mazazo de aquel improductivo IVA del 21% de 2012 (que hizo perder 560.000 espectadores de un año para otro) y la pandemia que hizo que se volatilizaran 814.000 entradas en 2020 cuando aún no se había llegado a levantar la cabeza. El tercer impacto potencial, el de la inflación, ha sido digerido en cambio hasta ahora por una oferta teatral en auge.  

Una curva de crecimiento como la de los últimos dos años necesita de más de un motivo para explicarla. La recuperación tras la parálisis pandémica podía interpretarse como un simple efecto rebote, o el síntoma del deseo liberado de volver a la calle y a las salas. Pero que esa ola se haya mantenido en el año siguiente y haya alcanzado un nivel de asistencia casi récord ha de obedecer a otras muchas causas. Como por ejemplo, la fortaleza de los espectáculos en vivo como alternativa a la fatiga de la pantalla, con una oferta de plataformas digitales que ha absorbido gran parte del tiempo dedicado al ocio pero que acaba encontrando un límite y necesitando contrapesos. O las iniciativas de promoción dirigidas al público joven, o el acierto de los programadores a la hora de seleccionar su oferta y encontrar propuestas de éxito comercial (el Mago Pop o el Improshow del Teatreneu, los dos montajes que han congregado mayor número de espectadores) más allá tanto del teatro de texto como de los musicales. En estos últimos, la falta de más salas de gran capacidad y de más empresas con músculo financiero, al nivel del Grupo Focus o de los promotores con base en Madrid, para levantar grandes producciones deja aún un hueco en la oferta que permite margen de crecimiento. Aunque un cierto pinchazo de la burbuja de los musicales en Madrid, con muchos de ellos que no han conseguido completar temporada, hace que no se pueda mirar esta oferta potencial como el único instrumento para seguir ampliando el público. Y la variada oferta de la próxima temporada deja claro que es así.

Pero más allá de Barcelona hay mucho más, como nos recuerda también hoy en una entrevista el director del festival Temporada Alta de Girona, Salvador Sunyer. Si en Barcelona faltan salas para dar salida a la capacidad creativa, en el resto de Catalunya hay otra vía de crecimiento, como la posibilidad de aumentar la producción propia en un gran número de espacios escénicos hoy infrautilizados y, sobre todo, de tejer formas de colaboración con el tejido escolar y asociativo local, un aspecto en el que el festival de Girona es un ejemplo envidiable. También para la escena teatral de Barcelona.