Golpes de estado

¿Qué pasa en África?

La sucesión de golpes envía una señal de alarma: o iniciamos una relación diferente o el nuevo sueño africano será una pesadilla, también para nosotros

GABON-COUP

GABON-COUP / France Presse

Rafael Vilasanjuan

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En tres años ocho golpes de estado se han sucedido en la franja que va del Sahel al centro del continente, pero el último, en Gabón es un buen síntoma de que la epidemia golpista se contagia a la velocidad de las enfermedades infecciosas. De los anteriores han derivado diferentes lecturas, la inmediata apunta al final de la influencia francesa en sus antiguas colonias. Quitando el de Sudán, los otros siete levantamientos han ocurrido en países francófonos. Lo que nadie calculaba es que un país tan estable como Gabón, un protectorado petrolífero de Francia gobernado por la familia Bongo desde hace más de medio siglo, caería también por la fuerza de los militares. La nómina puede que no pare ahí, Congo Brazzaville o Camerún podrían ser los siguientes. La ola se expande y Francia, que les ha controlado férreamente como si aun fueran colonias, puede estar viviendo las últimas horas del imperio.

En Niger el sentimiento antifrancés sale a las calles. En Gabón el levantamiento se ha producido contra un régimen corrupto que acaparaba todos los beneficios del petróleo. Pero, aunque cada golpe de estado sea diferente el resultado se acaba pareciendo en todos los países. Las independencias no han traído el sueño. El continente africano ya es otro, con una demografía que se triplicará en solo tres décadas, la población más joven del planeta, más urbana y formada, es ajena a los autócratas que con el beneplácito de las antiguas metrópolis se han ido repartiendo el poder. Se necesitan siglos para dejar atrás los efectos de la colonización, pero África inicia una nueva etapa sin referentes claros. Con el apoyo de China y Rusia y la incursión de terrorismos radicales todo es muy incierto. Francia pierde presencia, pero su salida apela a toda Europa, tan próxima y sin embargo cada vez más distante de un continente al que separa con vallas mortales. La sucesión de golpes envía una señal de alarma: o iniciamos una relación diferente o el nuevo sueño africano será una pesadilla, también para nosotros.

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