Escritor y periodista
Juan Soto Ivars
Escritor y periodista
Jordan Peterson, a reeducación
Al psicólogo clínico y profesor universitario canadiense lo han mandado a una reeducación obligatoria por considerar peligrosa la industria de la reasignación de sexo y decir que no se está ayudando a las personas con disforia porque la ideología ha invadido a la ciencia
En Canadá, esa tierra de luz y color gobernada por el bien y los arcoíris, van un paso por delante en lo que en el resto de Occidente empezamos a notar como un auge de la intransigencia con las ideas políticas ajenas al sistema. Al psicólogo clínico y profesor universitario Jordan Peterson lo han mandado a una reeducación obligatoria por sus opiniones políticas, de corte conservador y muy lejos de ser ultras. Así lo ha dictaminado un tribunal de Ontario, que da la razón al Colegio de Psicólogos: si Peterson se niega a reeducarse, entonces tendrá que despedirse de su licencia para ejercer la profesión. Esta humillación pública a un intelectual que no comulga con las ideas sistémicas y las discute es una alarma: tenemos que huir despavoridos en dirección contraria a ciertas ideas redentoras que hoy se venden como progreso.
Peterson no era más que un profesor y psicólogo canadiense que se hizo conocido en todo el mundo cuando se opuso a cumplir una ley que obligaba a los profesores a utilizar los pronombres de elección de sus alumnos. Justificó su decisión recordando que la libertad de expresión es un derecho y que no podían obligar a ninguna persona a utilizar una gramática incorrecta y caprichosa. También aseguró que pensaba tratar con el mismo respeto a todos sus alumnos, pero aquí ya estaba todo el mundo gritando. El escándalo convirtió a Peterson en un señor muy conocido y un ídolo de cierta derecha. Él mantenía cierta elegancia y le gustaba discutir. Se le vio en entrevistas hostiles con feministas de las que salía vivo y llegó a discutir en público con Slavoj Zizek sobre un escenario. Fue una estimulante conversación.
Sobre Peterson se proyecta una imagen caricaturesca que lo reduce a un intelectual mediocre y fascista. No es ninguna de las dos cosas. En el ataque desconsiderado se ha ido radicalizando, sí, y pasó por una depresión tras la que ha tenido apariciones más erráticas. La decisión de someterlo a reeducación la motivan sus opiniones sobre lo trans. Peterson considera que la industria de la reasignación de sexo es peligrosa y que no se está ayudando a las personas con disforia, en primer lugar porque la ideología ha invadido a la ciencia.
En Canadá, decir que el sexo biológico no existe o es una imposición social está permitido y se aplaude, pero oponerse a tal afirmación es peligroso. Llaman “discurso de odio” a cualquier opinión desafiante en esa tierra de la supuesta diversidad.
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