Covid

El riesgo que no ha desaparecido

La mascarilla, una buena higiene de manos y evitar las aglomeraciones son herramientas a las cuales no podemos renunciar, no solo contra el covid, sino contra la gripe, el sarampión y otras enfermedades de transmisión aérea

Bajan los ingresados por covid en Catalunya pese al aumento continuado de la transmisión

La nueva variante del covid, Eris, circula en Catalunya desde el 8 de junio

Mascarillas en centros sanitarios

Mascarillas en centros sanitarios / ARCHIVO / LA OPINIÓN

Joan Guix

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Hace cuatro meses que la OMS certificó la finalización de la emergencia internacional respecto del covid, y hace dos meses que el Gobierno retiró la obligatoriedad del uso de mascarillas en determinados ámbitos.

Pero la OMS también advirtió de que esto no significaba que el peligro del SARS-CoV-2 se haya acabado.

Dos meses después de la retirada de mascarillas, en algunos centros sanitarios ya las vuelven a recomendar. El covid vuelve. Mejor dicho, nunca se ha marchado. Últimamente, más de 5.000 nuevos infectados diagnosticados y hacia 500 ingresos hospitalarios en Catalunya. Y estamos en verano, ¡cuando más vida al aire libre hacemos todos juntos! Y se supone que esto da cierta protección. ¿Qué puede pasar en otoño o en invierno?

Lo cierto es que, todavía, hay muchos aspectos desconocidos con el covid. ¿Qué pasa, pues?

Si el virus no infecta, no se reproduce y muere. El virus busca todas las vías a su alcance para lograrlo. Y para hacerlo utiliza dos grandes estrategias: la primera se basa en modificarse a sí mismo, de tal manera que nuestras defensas inmunológicas no lo reconozcan y no actúen con suficiente efectividad. La segunda estrategia consiste en aprovechar las brechas que el entorno le proporcione.

Para lograr la primera, el virus va haciendo modificaciones, más o menos grandes, en su composición antigénica, en aquello que permitiría a nuestro sistema defensivo identificarlos como enemigos y destruirlos. Lo hacen todos los virus. Un buen ejemplo son los virus gripales que, continuamente, se modifican, de tal manera que cada año hay que modificar la composición de la vacuna antigripal para adaptarla a las variaciones que haya hecho el virus. El tronco original del SARS-CoV-2 de Wuhan ha ido variando hasta el actual predominante XBB1 o las recientes EG.5, conocida con el sobrenombre de Eris. Y vendrán más.

Estas variaciones, hasta ahora, no han implicado una mayor gravedad, pero si una más alta capacidad de infección. Si es así, tendremos a más personas infectadas. Y esto quiere decir más pacientes graves, más impacto hospitalario, y, también, tendremos más casos de covid persistente. Añadamos que, a pesar de la excelente campaña de vacunación realizada, un porcentaje importante de los mayores de 60 años no han recibido la cuarta dosis de la vacuna contra el covid, con lo cual uno de los estratos de la sociedad que más potencialmente están expuestos a efectos graves de la infección no tienen unas defensas adecuadas. Además, la protección vacunal no es eterna ni total. Su efectividad no es del 100%, y parece que, a partir de los seis meses de la última dosis de la vacuna o de haber pasado la enfermedad, la efectividad de la vacuna disminuye.

Se ha anunciado una nueva campaña vacunal contra el covid y la gripe de cara a octubre, pero tenemos un problema añadido. Parece que el Ministerio quiere utilizar vacunas con un espectro similar a las actuales, mientras que la OMS y el Departamento de Salut recomiendan, ni que haya que esperar algo más para hacer la campaña vacunal, administrar una vacuna que se base en las variantes XBB que, como hemos dicho, son las predominantes actualmente, y que todavía no están en el mercado.

La segunda estrategia del virus consiste en aprovechar las brechas del entorno. Durante la primera ola se pudo aplanar la curva mediante las medidas no farmacológicas: “manos, distancia, mascarilla”. No teníamos otras. Pero funcionó. Nada que ver con entonces. Pero la mascarilla, una buena higiene de manos y evitar las aglomeraciones son herramientas a las cuales no podemos renunciar, no solo contra el covid, sino contra la gripe, el sarampión y otras muchas enfermedades de transmisión aérea.

A nosotros nos hacen falta estrategias sin brechas. Es inteligente recuperar la mascarilla en determinados entornos de alto riesgo, como las salas de urgencias, o las unidades de críticos o frágiles de los hospitales, o en aglomeraciones en espacios cerrados. No lo tendríamos que haber dejado nunca.

Ninguna alarma, pero atentos, vigilantes y preparados. Vacunas, pero también mascarilla cuando y donde haga falta. El riesgo no ha desaparecido.