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Elena Neira

Elena Neira

Profesora de los Estudis de Ciències de la Informació i de la Comunicació de la UOC

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El (agridulce) centenario de Disney

El momento actual podría calificarse de incierto. La compañía que se creía blindada gracias a un negocio diversificado en sectores como la televisión, la producción cinematográfica, los cruceros o los parques temáticos, camina hoy sobre terreno resbaladizo

Disney cae en Wall Street tras una reducción de los abonados a su plataforma de streaming

Disney cae en Wall Street tras una reducción de los abonados a su plataforma de streaming

Disney está a punto de cumplir un siglo de historia, algo meritorio en un sector tan complejo como el del entretenimiento. A lo largo de este tiempo ha tenido sus altos (como la etapa que arrancó en los años 80 gracias al éxito de varias películas de animación y la compra de Pixar, Lucas Film y Marvel) y sus bajos (como los años que siguieron a la muerte de Walt Disney, en 1966). El momento actual podría calificarse de incierto. La compañía que se creía blindada gracias a un negocio diversificado en sectores como la televisión, la producción cinematográfica, los cruceros o los parques temáticos, camina hoy sobre terreno resbaladizo. 

Hasta 2019 Disney era la compañía líder del mercado. Los parques de atracciones eran una máquina de hacer dinero, sus películas acaparaban en torno al 30% de la taquilla mundial y nadie parecía estar en posición de hacerle competencia. La pandemia puso en suspenso gran parte de su actividad, pero le dio alas a su novísima plataforma de 'streaming', que creció en suscriptores a una velocidad pasmosa. Pero llegó 2023 y, con él, la bofetada de realidad: Disney+ no consigue generar beneficios y las pérdidas de varios de sus estrenos de cine más recientes son cuantiosas

Disney ha sido y todavía es un jugador clave en el ámbito del entretenimiento familiar, pero los últimos dos años la han sumido en una situación económica muy delicada. El CEO que la capitaneó durante sus años gloriosos, Bob Iger, ha vuelto con la misión de reflotar la empresa. Lo primero en llegar han sido los despidos, la cancelación de proyectos y las ventas de activos. Pero Iger sabe que hace falta un cambio de estrategia para corregir el rumbo actual de la compañía.

Dos errores explican la delicada situación en la que se encuentra Disney. En primer lugar, el haber querido replicar el modelo de Netflix al pie de la letra. Uno puede permitirse el lujo de ser disruptivo cuando no tiene una mochila a sus espaldas. Pero si eres una compañía de medios tradicional, abrazar el mantra de ‘el contenido de la casa solo se puede ver en nuestros canales y plataformas’ es una decisión con importantes consecuencias económicas. La temeridad que demostró Disney al pensar que, si conseguían muchos suscriptores, los 8,99 euros mensuales que cuesta Disney+ permitirían cubrir lo que antes se ingresaba por otras vías (como ventas a televisión o al propio Netflix) les ha pasado factura. El segundo error ha sido el exceso de confianza con sus propiedades intelectuales. Los últimos estrenos han confirmado que no todo lo que toca Disney se convierte en oro, algo que ha lanzado un mensaje de intranquilidad que necesitan resolver cuanto antes. 

Disney ha empezado a restaurar el circuito de ventas a terceros pre-Disney+ para estirar la rentabilidad de sus contenidos. Además, Bob Iger asegura que la producción volverá a la excelencia de antaño y que no darán por garantizado al fan. La gran pregunta es si todo esto llega a tiempo de volver a encender la mecha de la magia.

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