Postura electoral
Albert Soler

Albert Soler

Periodista

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Reflexiones desde el exilio de cala Montgó

Cala Montgó

Cala Montgó

Lo peor, si se repiten las elecciones, es que van a caer en invierno y no podré no votar desde la playa tal como hice el pasado 23J, voy a tener que buscar otro lugar desde el cual ejercer mi no derecho. Una estación de esquí estaría bien, pero es caro, y total, no votar no tiene que suponer esfuerzo alguno, ni siquiera económico. Tal vez un bar, siempre hay algún bar para cualquier ocasión, una barra desde la que, caña en mano, ver pasar con displicencia, por la ventana, a quienes participan de la 'gran fiesta de la democracia' (sic). Los exiliados preferimos otro tipo de fiestas, como bien sabe el Vivales.

Lo que no permito es que por el mero hecho de no votar se me califique de abstencionista. La abstención es una cosa seria y meditada. La ejercen, por ejemplo, los lacistas que no están satisfechos con los partidos lacistas, los anarquistas, los que no creen en el sistema político actual, los creyentes que se niegan a votar el día del Señor, incluso los hay que se abstienen por llevar la contraria a la señora. En todos esos casos se trata gente que tiene motivos de peso para no votar. Me niego a que me metan en el mismo saco que a todos ellos.

Cuando salen a la luz las elevadas cifras de abstención y sé que estadísticamente se me cuenta entre las mismas, me dan ganas de hacer la revolución (aunque después se me pasan, me da mucha pereza). Yo no soy un abstencionista, esto requiere cierto trabajo intelectual que no estoy dispuesto a realizar, yo soy un tipo que no vota. Por nada en especial, no tengo un motivo concreto, simplemente es que jamás se me ha pasado por la cabeza hacerlo. Un respeto hacia los no votantes: no somos abstencionistas. Abstencionista lo puede ser cualquiera, pero ser no votante está al alcance de pocos.

Uno tiene su reputación. Te empiezan incluyendo en eso de la abstención, y cualquier día alguien hace correr la infamia de que en realidad sí que votas, pero en blanco. De ahí a ser considerado un ciudadano ejemplar, no hay más que un paso. Hay que evitarlo desde niños, pero hay muchos progenitores que descuidan sus obligaciones pedagógicas.

'Proteger las urnas'

Durante el famoso 1-O hubo bastantes padres que llevaron a su retoño a 'proteger las urnas', a ver si con suerte le daban un porrazo y tenían en casa un pequeño mártir, que si no da derecho a subvención, por lo menos viste mucho cuando vienen visitas: niño, pon cara de mártir aquí a los señores y muéstrales la cicatriz que te quedó. Aún hoy, los hay que llevan a los hijos al colegio electoral para que los vean votar, pobres criaturas, hay algunas cosas feas que hacen los papás y que los niños jamás deberían ver.

"Debería usted votar, aunque sea por todos los que lucharon e incluso dieron la vida para que ahora tenga ese derecho", suele decirme a cada elección gente de buena fe, o de no tan buena fe, porque de lo que tienen ganas en realidad los apóstoles de la iglesia del santo sufragio es de indicarnos qué debemos votar. "Yo creía que habían luchado para que yo fuera libre de votar o de no votar. Si no es así, podían haberse ahorrado el trabajo, que tan malo me parece que no me permitan votar como que pretendan obligarme a ello".

De todas formas, tampoco es que su lucha diera muchos frutos, porque si en España finalmente se pudo votar fue porque a Franco le dio por morirse de viejo, que si no, de qué.

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