La campaña militar (104)
Jesús A. Núñez Villaverde

Jesús A. Núñez Villaverde

Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La ofensiva ucraniana se atasca

Se multiplican las señales que dan a entender que las tropas atacantes no están avanzando al ritmo previsto inicialmente por Kiev

Soldados ucranianos sobre un vehículo blindado de transporte de ciudadanos en Kherson

Soldados ucranianos sobre un vehículo blindado de transporte de ciudadanos en Kherson / REUTERS/Anna Voitenko

Casi dos meses después del arranque de la contraofensiva ucraniana se multiplican las señales que dan a entender que las tropas atacantes no están avanzando al ritmo previsto inicialmente por Kiev. Lo que valía en las primeras semanas para justificar la falta de resultados significativos -entendiendo que en su primera fase se trataba únicamente de calibrar el grado de resistencia de las tropas rusas, con la intención de detectar los puntos débiles de su defensa para un posterior ataque en fuerza- ya no sirve hoy. Y tampoco vale la reiteración propagandística en las redes sociales de mensajes patrióticos que apuntan a que el momento decisivo (el ataque en profundidad) está muy próximo.

La realidad, por un lado, es que los invasores rusos están manteniendo sus posiciones. En la actualidad los combates se siguen produciendo todavía en la primera de las tres líneas de defensa que Moscú ha establecido con la intención de mantener ese 15% de Ucrania que tiene bajo control. Ha tenido meses para fortificarlas y para instalar todo tipo de obstáculos contracarro, campos de minas y explosivos destinados a frenar el avance ucraniano. Igualmente, preparándose para lo peor, ha llenado la central nuclear de Zaporiyia de explosivos, tal como acaba de confirmar la AIEA, en un ejemplo más de su voluntad de resistir y de amenazar con una catástrofe si se ve obligado a la retirada. La elevación de la edad de reclutamiento hasta los 30 años es otro claro indicio de que Rusia se prepara para una guerra larga.

En el bando contrario, aunque se mantenga alta la moral de las tropas y su capacidad operativa, comienzan a hacerse más visibles las consecuencias de los variados déficits que acumula Kiev. En términos numéricos los atacantes no parecen en condiciones de generar la necesaria superioridad de fuerzas (tres a uno, al menos) para romper las líneas de defensa, y la realidad demográfica de los contendientes no hace más que favorecer a Rusia en un conflicto prolongado. Igualmente, la realidad sobre el terreno muestra que Ucrania no ha recibido aún la mayor parte del material y armamento que sus aliados occidentales tanto publicitan; como ocurre, por ejemplo, con el escasísimo número de blindados y carros de combate suministrados por Washington. Una pauta de comportamiento que se hace aún más crítica cuando se sigue retrasando la decisión para poner en sus manos mucha más munición, aviones de combate más avanzados y misiles crucero de mayor alcance y precisión.

Por eso suenan a escapismo las cada vez más frecuentes declaraciones de responsables occidentales, dando a entender que los altos mandos ucranianos no están dirigiendo adecuadamente a sus tropas y que estas no están sabiendo aprovechar las enseñanzas recibidas; olvidando que, sin más munición y artillería moderna para ablandar las posiciones enemigas y para realizar fuego de contrabatería, y sin aviones de apoyo directo a las unidades acorazadas y mecanizadas encargadas de profundizar en la defensa enemiga, es infinitamente más difícil realizar una ofensiva exitosa.

Los militares ucranianos no han olvidado cómo se combate y han demostrado sobradamente su capacidad para asimilar la instrucción recibida, tanto de sus aliados como de su propia experiencia bélica. Pero el hecho es que hasta ahora solo dos de las brigadas equipadas con material avanzado han llegado a entrar en combate, con un magro resultado, y las otras diez saben que en las condiciones actuales no van a lograr por sí solas una victoria inapelable.

Suscríbete para seguir leyendo