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1993-2023: Sánchez no es González y Puigdemont no es Pujol

L'expresident Carles Puigdemont intervé telemàticament en un acte de campanya de Junts a Amer

L'expresident Carles Puigdemont intervé telemàticament en un acte de campanya de Junts a Amer / Nico Tomás / ACN

Albert Sáez

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El mejor antecedente de la situación derivada de los resultados de este domingo lo encontramos en las elecciones de 1993. Entonces, Aznar no ganó las elecciones como esperaba y González las ganó por la mínima gracias al famoso dóberman de Alfonso Guerra. Un empresario de los que manejaba el poder como nadie, Pere Duran Farell, consiguió que Pujol votara al PSOE, a pesar de los pesares y con el fantasma de la querella de Banca Catalana aún en la retina. El precio fue la cesión del 15% del IRPF y el despliegue de los Mossos. González había ganado por la mínima y Aznar no se planteó una mayoría alternativa. Treinta años después, Alberto Núñez Feijóo se ha impuesto en las elecciones pero Pedro Sánchez podría volver a ser presidente gracias a los herederos de Pujol, que se le parecen poco, pero lo sería sin haber ganado las elecciones, cosa que en España no ha ocurrido nunca.

Las miradas de la prensa antisanchista y las de una parte del sanchismo apuntan a Puigdemont como la clave de lo que pase en las próximas semanas. Aciertan mirando a Puigdemont y no a Junts, pero se equivocan pensando que Puigdemont retiene la lógica de Pujol. Es poco probable Puigdemont pida alguna cosa que Sánchez pueda conceder, a no ser que Salvador Illa guarde algún conejo en la chistera. El actual referente de Junts, donde no ostenta ningún cargo orgánico, nunca ha sido muy proclive a entenderse con los socialistas. Tras las municipales del 28M, de hecho, dejó queTrias perdiera la alcaldía de Barcelona y salió de la diputación por no hacerlo. Y acumula altas dosis de resentimiento: por la negativa del PSOE a garantizarle en el 2017 que no apoyaría en el Senado la aplicación del 155 si convocaba elecciones; por el trato que le han dado los socialistas en el Parlamento europeo; por las veces que Sánchez perjuró que le traería de vuelta a España y por el pacto contra Trias en el ayuntamiento de Barcelona. ¿Puede abstenerse para evitar una nueva convocatoria electoral? Puede, pero tiene pocos incentivos para hacerlo salvo las portadas que le brinda su protagonismo de estos días justo cuando ha pasado a ser la quinta fuerza política en Catalunya y la segunda en el campo independentista. Sánchez no es González, Puigdemont no es Pujol y Duran Farell no dejó sucesor con su inteligencia y sabiduría. Huele a bloqueo.