Gárgolas

Apuntes deportivos del debate

Ganar no tiene que ver con convencer, sino con la adquisición simbólica de una parcela de moral de victoria

Debate cara a cara Sánchez - Feijóo

Debate cara a cara Sánchez - Feijóo / José Luis Roca

Josep Maria Fonalleras

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Ganar. Este es el objetivo último del debate político, de la confrontación a dos voces. Ganar el partido. Quizá por eso, los comentarios de Antonio García Ferreras fueron más deportivos que nunca, más en la línea –como me comentó una amiga que también seguía la disputa– de las previas de una final de la Champions. O de cualquier partido de la Liga, que ahora está de moda entrar en los vestuarios y seguir a los jugadores a través del túnel para saber qué cara ponen justo antes de pisar el césped.

No eran solo la gesticulación y el aire siempre apocalípticos de Ferreras, ese tono de trascendencia impuesta, sino también la curiosa puesta en escena en la que Marta Varela ejercía de asesora del candidato, mientras comentaba (o hacía ver que comentaba) los últimos detalles, en cuclillas, frente al líder sentado del PP. También estaba Óscar López, claro, pero el director del gabinete de Presidencia se limitaba, esta vez sí, no a asesorar sino a simularlo, mientras Pedro Sánchez caminaba aparentemente distendido por el plató.

Era algo así como el decorado del 'avant-match', aquellos momentos en los que todavía no ha sucedido nada, pero en los que queremos percibir, por débil que sea, una mínima profecía de lo que vendrá. Como en un combate de boxeo, también. Y después, en el pospartido, Ferreras no dejaba de ser el locutor de tonalidades deportivas, con retahílas de sinónimos que alargan la frase y con detalles tan memorables (y a la vez intrascendentes) como este: "En estos momentos, Feijóo está bebiendo un sorbo de agua".

Es muy probable que ganara el gallego. Lo dice todo el mundo y me temo que es así. Pero, ¿qué significa ganar? Jugó más distendido, aunque parecía más tenso en la previa, tocó más el balón, chutó más entre los tres palos. Ganar no tiene que ver con convencer a través de argumentos, sino con la adquisición simbólica de una parcela de moral de victoria que solo puede ir a parar a uno de los dos candidatos. Es lo que tiene convertirlo todo en un deporte: desde el escenario al resultado final. Que hay quien gana y hay quien pierde. 

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