El PATALEO

Hazard, más pena que gloria

Former Red Devils captain Eden Hazard greets fans during a ceremony for the end of his career with the Belgian national team Red Devils at half-time of the UEFA Euro 2024, European Qualifiers, Group F, football match between Belgium and Austria on June 17

Former Red Devils captain Eden Hazard greets fans during a ceremony for the end of his career with the Belgian national team Red Devils at half-time of the UEFA Euro 2024, European Qualifiers, Group F, football match between Belgium and Austria on June 17 / AFP

Josep Pedrerol

Josep Pedrerol

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“Llevo tres años descansando, todavía tengo energía”, confesaba Hazard como si nada, en una entrevista en su país. Menuda forma de definir su paso por el Real Madrid. El belga costó cien millones de euros hace cinco años. Un precio de auténtica figura, que lo era en ese momento, imparable con el Chelsea en la Premier League, pero sus números en España fueron menguando de una manera escandalosa.

Se recuerdan pocos bajones de rendimiento tan grandes en un jugador de primer nivel. Primero, las lesiones, recurrentes, que lo martirizaron siempre que intentaba sacar la cabeza. Después, y esto es lo más grave, una cierta dejadez que terminó apartándole de la titularidad y le condenó a los minutos de la basura en el mejor de los casos. En los dos últimos años no contaba para nada, hasta Mariano entraba al campo antes que él. Lo cierto es que los gimnasios siempre le han provocado alergia, como él mismo ha confesado en alguna ocasión, y la dieta es algo que maneja con dificultad. Y así es muy complicado, por no decir imposible, mantener el nivel de exigencia en un club como el Real Madrid.

Hazard, paseado con un coche, en su despedida de la selección belga.

Hazard, paseado con un coche, en su despedida de la selección belga. / Kristof van Accom / AFP

Un gran fiasco

Hazard ha sido uno de los grandes fiascos de Florentino. Llegó como la gran estrella tras la salida de Cristiano, pero en el Madrid se diluyó como un azucarillo. Ni la operación en la que se le quitó la famosa placa sirvió para mejorar su compleja situación. Su nivel estaba en las antípodas de aquel jugador eléctrico, de desborde, regateador, que deslumbrada en Inglaterra y en la selección. Y lo peor era la actitud. No jugaba, pero tampoco ponía mala cara. Ni siquiera se enfadaba. Del banquillo a casa.

En pretemporada siempre transmitía la confianza de volver a ser el de antes, parecía que lo podía conseguir en algún momento, pero ni Ancelotti ahora, ni Zidane en su momento, le vieron en condiciones. Tampoco se planteaba buscar una salida hasta hace dos semanas, cómodo en su ostracismo. Al final, el Madrid negoció su salida pagándole la mitad de la ficha del año que le quedaba y consiguió librarse de él. Ahora dice que han sido años muy duros, pero es evidente que Hazard ha sido un futbolista conformista, nada ambicioso y que asumió su caída en el Madrid con una tranquilidad sorprendente. Que tenga suerte.