Ágora
Carles Campuzano

Carles Campuzano

Conseller de Drets Socials.

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Por un sistema nacional de servicios sociales catalán

La bajada de la natalidad combinada con un envejecimiento masivo de la generación del 'baby boom' y el aumento de la esperanza de vida nos llevará a una sociedad muy necesitada de cuidados

dependencia vejez mayores abuelas

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Estos últimos años es posible que se haya abusado del término “histórico”. El paso del tiempo tiene que dar la perspectiva justa sobre lo que realmente es o no histórico, pero no podemos devaluar la importancia de hitos que pueden significar un punto de inflexión en el transcurso de los acontecimientos.

El pasado 1 de junio se firmó un acuerdo de una relevancia capital en el sector social de nuestro país. Un acuerdo inédito entre el Gobierno de Catalunya, las patronales y los sindicatos más representativos del sector social que comportará una mejora en las condiciones salariales de los trabajadores y trabajadoras del sector (indexando los salarios del sector social al sector público), una mejora en la calidad del servicio que se presta a las personas y un compromiso de todas las partes de andar juntos en el camino de la construcción de un verdadero sistema nacional de servicios sociales de Catalunya. Un camino que no será ni fácil ni rápido, pero que emprendemos convencidos.

Tenemos un objetivo compartido de construir un sólido sistema de servicios sociales de Catalunya. Tenemos unos buenos sistemas de salud y de educación, consolidados y reconocidos, pero no se puede decir lo mismo de la red de servicios sociales. Tenemos que convertir esta red de hilos delgados y tensados en un sistema integrado, robusto, eficiente, innovador y flexible.

Tsunami demográfico

El reto es inmenso, pero es necesario también para encarar los retos sociales que tenemos que afrontar. De entrada, el tsunami demográfico que tenemos por delante. Todavía somos poco conscientes, pero la bajada de la natalidad combinada con un envejecimiento masivo de la generación del 'baby boom' y el aumento de la esperanza de vida nos llevará a una sociedad muy necesitada de cuidados, que no podrá depender solo ni principalmente del esfuerzo de las familias para apoyar a las personas dependientes. Necesitaremos nuevos ingresos fiscales para financiar servicios hoy infrafinanciados, una gestión más eficiente de unos recursos que son limitados por definición, más inversión en tecnología para mejorar la productividad y la calidad asistencial, unos profesionales pagados de manera adecuada y con trabajo estable, y más trabajo comunitario y movilización de la iniciativa social; pero solo lo haremos posible funcionando como sistema.

Actualmente, la red de servicios sociales convive con doce convenios colectivos diferentes; unas brechas salariales demasiado grandes respecto de otros sectores, que comportan unas dificultades enormes a la hora de captar y retener talento, un modelo de colaboración público social no basado en la calidad en la prestación de los servicios y una cartera de servicios superada por la realidad. El liderazgo gubernamental es imprescindible pero necesariamente hace falta una gran alianza con los sindicatos y las patronales, tanto del tercer sector social como del sector empresarial.

Con los interlocutores sociales nos hemos conjurado, a través de este acuerdo, a cambiar la situación y dotar a los servicios sociales de la relevancia que se merecen y hacer que se conviertan, efectivamente, en el cuarto pilar del bienestar. La calidad de un Estado del bienestar del siglo XXI se mide, en gran parte, en cómo afrontamos aquello que algunos han definido como “la crisis de los cuidados”. Lo tenemos que poder afrontar con la misma ambición que hemos tenido en el ámbito de las pensiones, la salud o la educación.

Con este acuerdo, Catalunya ha puesto la primera piedra para la construcción de este sistema de servicios sociales, que tiene que dignificar y dar musculatura al sector.

Finalmente, es justo hacer un reconocimiento a la responsabilidad de los sindicatos y las patronales del ámbito social. Porque un acuerdo siempre implica cesiones y asumir riesgos, pero es evidente que ante las cesiones y los riesgos hay un avance, hay un horizonte que el país necesitaba dibujar y, además, es importante que este horizonte lo dibujemos conjuntamente.