La espiral de la libreta

Juana Dolores y Graset, bravo por los dos

Sobre la entrevista en TV3 a la polémica autora de ‘Rèquiem català’

juana graset

juana graset

Olga Merino

Olga Merino

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El tiempo en su transcurso ha cosechado algunos momentos estelares de la humanidad catódica. Por ejemplo, cuando el dramaturgo Fernando Arrabal llegó al plató de RTVE con una tajada inconmensurable de chinchón para hablar de milenarismo en el programa ‘El mundo por montera’, que llevaba Sánchez Dragó. O el momentazo televisivo que depararon Mercedes Milá y Umbral, quien se adelantó al márketing viral con el «he venido a hablar de mi libro». O el pendiente de oro de Lola Flores («ustedes me lo vais a devolver, que mi trabajito me costó»).O aquel infeliz a quien tres ‘prestitutas’ le echaron «droja en el Cola Cao» para robarle. O los Sex Pistols entrevistados en la BBC por Bill Grundy. Y en estas, la poeta Juana Dolores, ‘enfant terrible’ del Baix Llobregat, charnega indomesticable, aterrizó en los estudios de TV3 como un cometa con la cola de fuego: «He venido aquí a cagarme en todo».

Rebeldía punki

Acudía la escritora a presentar su nuevo poemario, ‘Rèquiem català. I si una nació desfilant per una catifa vermella’ (EdicionsPoncianes), en el ‘Més 324’, que conduce Xavier Graset. Que te inviten al mejor programa de la televisión catalana —¡hablan un buen rato de libros!— es como para hacer el pino puente de alegría, pero Juana Dolores prefirió liarla. Es lista. Es actriz. Y sin duda la ‘performance’ la ayudará a la difusión. Le sobraron el ceño fruncido, el «puto viejo» y un exceso de doctrinilla, pero trufó en la filípica algunas verdades como puños: que la catalanidad es múltiple le pese a quien le pese y que Convergència desmanteló la sanidad pública a pico y pala, además de arrearle una buena colleja al tresmileurismo de Trias. Ante tanto blablablá, ante tanto discurso encorsetado y vacío, sienta muy bien, sobre todo a la tele, agitar el avispero, salirse del carril, hacer un poco el punkarra tarareando a Eskorbuto: «Quiero arrojarme al infierno / y olvidarme de esta puta sociedad / de la calle, de la cárcel, de la fábrica» (esto último, la fábrica, ya es licencia poética).

En cuanto al presentador, me quito el sombrero. Aguantó el inesperado chaparrón como un jefazo, dejó largar a la invitada y encajó los derechazos mandibulares con sentido del humor: «Llevo corbata porque estoy gordo y me tapa la barriga; soy igual con corbata que sin». ¡Bravo, bendita sea la ironía! Queremos más escudella de esta, Graset. Por cierto, acabo de empezar su dietario ‘La pausa dels dies’ (La Campana), una mirada serena sobre el paso del tiempo, sobre lo que permanece y lo que se pierde por el camino.

Suscríbete para seguir leyendo