Victoria azulgrana

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Una Liga después de cuatro años

El Barça se alza con un merecido título deportivo en una etapa difícil que el club debe gestionar con transparencia

Raphinha y Lewandowski festejan el 0-3 del Barça anotado por el polaco al Espanyol.

Raphinha y Lewandowski festejan el 0-3 del Barça anotado por el polaco al Espanyol. / Jordi Cotrina

Han pasado únicamente cuatro años desde la última Liga ganada por el Barça, pero parece que haya transcurrido un siglo. Conociendo la historia del club azulgrana, este lapsus es apenas un accidente porque cabe recordar que entre 1929 y 1984 solo consiguió el trofeo liguero en nueve ocasiones. Desde la instauración de la Liga de Fútbol Profesional han sido 17 y es a lo largo del siglo XXI cuando el FC Barcelona se ha erigido como el club que ha dominado el panorama futbolístico español, con 11 títulos, a los que hay que añadir el que este domingo certificó en el campo de Cornellà-El Prat ante un Espanyol al borde del drama del descenso, algo que nunca había sucedido, con lo que esta circunstancia conlleva de morbosidad añadida a la tradicional rivalidad de los dos equipos. 

Parecen una eternidad, estos cuatro años, porque, además, en este tiempo, el Barça ha vivido y sufrido un sinfín de episodios que han llevado al club hasta el límite de cuestionarse la propia existencia de un proyecto propio como entidad autónoma y saneada. La lista es larguísima. Desde la última Liga, ganada en las postrimerías de la época Bartomeu, se han sucedido cambios en la directiva, con el retorno de Joan Laporta; graves noticias en torno a una deuda descomunal y a una falta de liquidez; dificultades para configurar una plantilla competitiva, con el exceso de la masa salarial; las llamadas «palancas» para hacer frente a compromisos inmediatos a través de maniobras que pueden hipotecar al club; conflictos internos; dimisiones; polémicas diversas, como las relacionadas con el Real Madrid o con la hipotética nueva competición europea auspiciada por el Barça, en conflicto con la LFP; la construcción del Espai Barça y la remodelación del estadio, con todas las dudas que genera; y, sin ser exhaustivos, el adiós abrupto de una figura tan emblemática como Messi

Basta con echar un vistazo al equipo que ganó en 2019. De los que jugaron entonces, solo quedan Ter Stegen, Jordi Alba, Dembélé, Sergio Roberto y Sergio Busquets, este último en su adiós recién anunciado, y los demás, excepto el portero, cuestionados o en el final de su carrera. Los nombres del mismo Messi, de Suárez, Rakitic, Arturo Vidal, Coutinho o Lenglet, o del entrenador Ernesto Valverde, que ganó dos ligas seguidas, parecen formar parte de una alineación 'vintage'. En este periodo, el club ha atravesado el precipicio en una cuerda floja, deportiva y socialmente, tras pasar por la pandemia del covid, con todas las consecuencias económicas, y con experimentos en el banquillo que fueron directamente fracasos, como el de Quique Setién, o decepciones notables, como la de Ronald Koeman, que en su etapa vivió derrotas muy dolorosas en la Champions y consiguió ganar la Copa del Rey de 2021. La llegada de Xavi, sin demasiada experiencia, se percibió como un retorno a las ideas originarias e identitarias del fútbol azulgrana, con nuevos métodos y más intensidad. Después de haber ganado la Supercopa ahora se alza con una Liga merecida, cuatro jornadas antes del final, pero también con la sensación que las victorias han sido más raquíticas y menos esplendorosas de lo que el socio deseaba. Después de unas celebraciones que también incluyen el homenaje al exitoso equipo femenino, con la espada de Damocles de las posibles sanciones por el caso Negreira, apenas esclarecido, se abre una etapa complicada que deberá gestionarse con altas dosis de racionalidad y transparencia.