La morosidad de los créditos ICO
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
Uno de los instrumentos más publicitados por el Gobierno de coalición en los meses más duros de la pandemia fueron los llamados créditos ICO (Instituto de Crédito Oficial) que se dieron a las empresas y autónomos para hacer frente a los invendidos durante aquellos meses. Estos créditos fueron tramitados por los bancos, pero contaban con el aval del Estado de hasta el 80% del valor total. Se concedieron un total de 140.737 millones de euros de los que se avalaron 107.187. No hay que ser analista financiero para entender que la mayoría eran créditos de alto riesgo porque se dedicaron a pagar gastos corrientes que solo se podían recuperar por un incremento posterior de las ventas y los márgenes que era dudoso que se produjera. Cuanto más pequeño era el beneficiario, más difícil se suponía la recuperación. Un gran hotel que pagó con créditos ICO la luz o las cuotas hipotecarias durante el confinamiento podía aspirar a que, acabada la pandemia, se le llenara el hotel por las ganas de salir de la gente como ha pasado. Pero una peluquería que estuvo semanas cerrada o a medio gas no tenía ninguna posibilidad de que, acabado el confinamiento, sus clientes se peinaran tres veces a la semana. Esos 100.000 millones avalados por el Estado son, pues, una bomba de relojería del 10% del PIB que merodea por las cuentas públicas a seis meses de que vuelvan a estar en vigor las reglas fiscales.
Pablo Allendesalazar adelanta esta mañana los datos que va a hacer públicos el ICO y, de momento, la morosidad solo afecta al 1,67% de lo avalado. Pero, cuidado, que los datos son opacos porque solo se están abonando los importes referidos al monto correspondiente de las cuotas impagadas, no del total del principal. Es decir, si alguien debía 1.000 euros y tenía que devolverlos en 20 cuotas y ha dejado de pagar 5, solo se contabilizan en la morosidad 250 euros. A la espera de que las empresas puedan seguir pagando lo que falta. Hay que tener en cuenta que la mayoría de esos créditos tenían una carencia hasta el mes de junio del año pasado, de manera que es el balance de nueve meses y no de tres años. La tendencia puede ser progresiva. No nos cansaremos de repetir que los partidarios de los estímulos fiscales tienen que ser los más interesados en el rigor en su ejecución. Dejar pufos debajo de las alfombras no hará más que facilitar a los partidarios de reducir el peso de lo público argumentos a favor de sus tesis.
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