Una pregunta inesperada

Sepelio sin croqueta ni republiqueta

Ya que los antiguos líderes del 'procés' apenas aparecen en público, no sea que alguien les echara en cara el gran engaño, habrá que ir a interrogarlos allá donde acudan, aunque sea en entierros, bautizos, bodas y comuniones

El presidente de ERC, Oriol Junqueras, en un acto de precampaña para las municipales

El presidente de ERC, Oriol Junqueras, en un acto de precampaña para las municipales / Marc Puig

Albert Soler

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Me lo ha contado un testigo presencial. Hace unos días, en un entierro al que asistió Oriol Junqueras, una señora se le acercó compungida. La sorpresa -no sé si también de Junqueras, de mi testigo les aseguro que sí- fue que la buena mujer no se dirigía al líder republicano para expresar la excelente persona que era el difunto y lo mucho que le quería, que es lo que suele hacerse en estas situaciones. No, la tristeza que afligía a la señora era de índole mucho más elevada que una mísera vida humana.

-‘Oriol, per què ens hem fet enrere?’

No sé lo que respondió Oriol, ya que mi testigo tuvo que huir a toda prisa porque se le escapaba la risa, y no era el lugar apropiado para ello. Imagino que Junqueras comprendió en seguida de qué iba la pregunta: de la republiqueta, que no solo no termina de llegar sino que está cada día más lejana, suponiendo que de los sueños pueda hablarse en términos tan prosaicos como cercanía o lejanía, los sueños no están ni lejos ni cerca, simplemente no están. Junqueras, que va a los entierros porque cree que al final -como ocurre en otras culturas- dan pitanza gratis, no sabría cómo quitarse de encima a la señora pelmaza. A ver si va a empezar al ágape postmortem y cuando yo llego no queda ya ninguna croqueta, pensaría horrorizado mientras la mujer le inquiría.

-‘Oriol, per què ens hem fet enrere?’

-Déjeme en paz, señora, yo he venido aquí a comer, ni siquiera sé quién es el muerto -pensaría, pero no diría, el orondo republicano, mientras con el rabillo del ojo se aseguraba de que no empezara sin él el reparto de viandas y alcoholes.

Alguien podrá pensar que en un entierro, donde uno se da de bruces con lo breve y fútil de la vida humana, no es momento de pensar en la republiqueta. Es justo al revés: es al ver la muerte cara a cara, cuando las personas de cierta edad -que fueron la avanzadilla del 'procés'- temen que se les acabe la vida sin haber asistido al alumbramiento de la Catalunya que les prometieron. No todo el mundo debe pensar que sea esta la mejor ocasión, claro.

-Oigan, ¿qué tal si están un poco a lo que hay que estar? -les reprendería el muerto si pudiera.

Hay que comprender a la pobre mujer. Ya que los antiguos líderes del 'procés' apenas aparecen en público, no sea que alguien les echara en cara el gran engaño, habrá que ir a interrogarlos allá donde acudan, aunque sea en entierros, bautizos, bodas y comuniones. De entre estas celebraciones, los entierros son los que más se prestan a recordar los años de 'procés'. El ambiente lúgubre, triste, apesadumbrado y mortuorio de un funeral parece creado a propósito para que ahí se reúnan quienes un día creyeron en la republiqueta. No hay mejor lugar para hablar de la muerte del lacismo que un sepelio con el fiambre de cuerpo presente.

-‘Per què ens hem fet enrere?’

A mí me habría costado entender la pregunta. A mí, me preguntan en un entierro por qué razón nos hemos echado para atrás, y lo tomo por una reflexión sobre el paso del tiempo, lo voluble de la vida y lo precario del ser, jamás creería que es una pregunta política. Lo máximo que atinaría a responder sería el habitual “no somos nada” que te saca de toda situación en los funerales. Así, sin pretenderlo, habría respondido con exactitud a la duda de la dama: la republiqueta no llegó porque no somos nada.

Suscríbete para seguir leyendo