Ágora

La juventud que nos va a salvar

Se sienten libres y sus vidas entierran cada día el estigma de la diferencia que tanto daño ha provocado durante siglos

Imagen de archivo de la manifestación LGTBI en Madrid.

Imagen de archivo de la manifestación LGTBI en Madrid. / EFE

Boti García Rodrigo

Boti García Rodrigo

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Martín es hijo de mi amiga María. Cuando tenía 7 años acompañó en su tránsito a su mejor amigo, antes identificado como niña. A María, después de años de tratarlo como Silvia, se le escapaba a veces este nombre, lo que indignaba a Martín: "Mamá, se llama Jorge, ¿no te enteras?". Martín, que no tenía problema alguno con el tránsito de su amigo, no podía entender que su madre no lo asimilara con la misma naturalidad con que él lo había incorporado a su vida.

El pasado 8-M, en el acto institucional del Ministerio de Igualdad, se juntó en el escenario a un grupo de jóvenes, y me emocionó ver que algunos habían decidido vestirse con camisetas en las que se leía: 'trans, gorda, gitana, maricón'. Esto, que unos adolescentes en un acto oficial retransmitido en directo optaran por convertir sus cuerpos en defensa orgullosa de la diversidad, es pura esperanza.

Además, algunas de ellas lideran aulas arcoíris, espacios seguros para la diversidad, en sus centros. Impulsadas por su energía transformadora hacia un futuro que no quieren imaginar de intolerancia o abuso de privilegios. 

En estos oscuros tiempos de divisiones y enfrentamientos, adivino que el futuro no se presenta oscuro. Si compartes un rato con esta gente, percibirás una imparable realidad: esta juventud tiene plenamente incorporada la aceptación de la diversidad sexual

Son legión y así lo manifiestan. En la encuesta del INJUVE, Juventud española 2020, el 16’6% se declara homosexual o bisexual y el porcentaje sube ligeramente entre las mujeres.

Una reciente encuesta de EL PERIÓDICO señala que el 69% de jóvenes apoya la Ley Trans/LGTBI frente a solo un 21% que la rechaza. A esta juventud le suena a batallita trasnochada que dos personas del mismo sexo no se pudieran casar, y estoy convencida que algo parecido va a suceder en un futuro cercano con los derechos de las personas trans. 

En las distintas manifestaciones del 8M se respiraba la misma energía: eran miles quienes -jóvenes con pancartas improvisadas, pero absolutamente expresivas- pedían respeto, inclusión, solidaridad con sus hermanas trans. Millares exigiendo libertad, como sucede en las manifestaciones del Orgullo. 

Este es el país que tenemos y yo confío en el futuro que nos espera: un futuro de reivindicación, de igualdad, de libertad de la auténtica. El futuro de esta juventud que viene con la diversidad grabada en su piel y que muestra con orgullo, pisando fuerte este suelo que, saben, les pertenece. Una juventud de alegría contagiosa que por más que se enfrente a diario al bombardeo de los discursos de odio, no está dispuesta a dejarse arrebatar la adolescencia, como antes nos fue arrebatada a tantas personas. 

Esta juventud no va a tolerar que se la silencie o se le intente arrojar al armario en que nunca ha estado. Se sienten libres y sus vidas entierran cada día el estigma de la diferencia que tanto daño ha provocado durante siglos. 

Es una juventud que sabe que la diversidad es lo que mejor identifica al ser humano, su mayor valor, su innegociable riqueza.

Son, por cierto, quienes dan sentido a la Dirección General de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI, a las políticas de igualdad de este y de cualquier Gobierno: ya son presente y son el futuro cercano que logrará que España, que está en los primeros puestos de igualdad y respeto a la diversidad sexual, se consolide en este liderazgo que ni debe, ni va a perder. 

Esta es la juventud que nos va a salvar. Son nuestro orgullo de país.