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Editorial | Cogobernanza con el agua

Estación depuradora

Estación depuradora

El Govern de la Generalitat y los partidos de la oposición celebrarán este viernes una cumbre para pactar las medidas de reacción ante la extrema sequía que padecemos, que se deberán incorporar al decreto aprobado por los pelos en el Parlament el pasado 22 de marzo. El Ejecutivo catalán ha reclamado a oposición y ayuntamientos una actitud de colaboración leal y de compromiso similar al que mereció la crisis del covid-19. O quizá sería más adecuado precisar que la posición de todos los entes implicados debería ser equivalente ahora a la que habría sido necesaria durante la pandemia, lo que no siempre se consiguió.

Un reto de primera magnitud, como la emergencia sanitaria de la que salimos y la emergencia climática en la que no hemos dejado de estar, debe llevar a tomar decisiones sin dilaciones y a que se imponga un talante transversal de consenso y cooperación y de compromiso personal también de los ciudadanos. Pero si el referente ha de ser lo sucedido durante la pandemia, deberíamos recordar también un término, la entonces tan manida cogobernanza, que debería llevar a implicar a todas las administraciones en la toma de decisiones y en su implementación, cada una desde sus competencias. Algo que se está echando a faltar. Aunque mirar hacia atrás también debería hacer recordar hasta qué punto hubo estrategias locales discordantes, incumplimientos de los objetivos generales, trabas irresponsables. No parece lógico, cuando en el fragmentado mapa municipal en periodo preelectoral convierte en un peligro real la dejación de responsabilidades, que sea el principal obstáculo para el acuerdo que la Generalitat disponga o no de facultad sancionadora sobre los entes locales que no cumplan sus obligaciones. O que haya o no moratoria para las multas en caso de incumplimiento. Quizá sea conveniente escenificar cesiones y compromisos para justificar el acuerdo. Pero la discusión sobre si los contactos entre partidos previos a la aprobación del decreto de la sequía existieron o no, si fueron suficientes o innecesarios, la voluntad de dejar claro que este es un Govern en minoría y que debe pactar cada uno de sus pasos, son distracciones que no vienen al caso.

Como nos recuerdan hoy varios expertos, nos encontramos ante un problema estructural. Serán necesarias soluciones a cortísimo plazo. Algunas de ellas muy probablemente llegan tarde, así que ni una dilación más por criterios de oportunidad política o trabas administrativas es aceptable. Y nos deberemos empezar a mentalizar de la necesidad de emprender medidas de ahorro ya mismo para evitar, retrasar o simplemente hacer que sean suficientes las muy probables restricciones que ya asoman. Pero al mismo tiempo deberemos empezar a poner en marcha las medidas no para afrontar la sequía de este año sino las que vendrán en los siguientes. Tras la experiencia extrema del año 2008 se empezó a actuar (de aquel momento heredamos las plantas desalinizadoras que nos están sacando del apuro) pero siguió una década sin inversiones apenas en los recursos que deberíamos estar utilizando más a fondo y que debemos desplegar en el futuro: la reutilización y regeneración de aguas grises o depuradas, la regeneración de acuíferos y, sobre todo, si miramos a largo plazo, la incorporación de la disponibilidad o no de agua a la hora de planificar cualquier proyecto en el territorio, sea turístico o residencial. Hay errores en los que no podemos volver a caer