GOLPE FRANCO

Esperando a Pedri

Barcelona 09.10.2022 Deportes Pedri durante el partido de liga entre el Barça y el Celta. Fotografía de Jordi Cotrina

Barcelona 09.10.2022 Deportes Pedri durante el partido de liga entre el Barça y el Celta. Fotografía de Jordi Cotrina / Jordi Cotrina

Juan Cruz

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Perdonen la pedantería, si es posible, pero entiendan que lo que digo está basado en la experiencia y no en la literatura. El Barça, su historia y su presente, se parece como un balón a otro a la imponente obra, realista y surrealista, Esperando a Godot, la pieza teatral del irlandés parisino Samuel Beckett. Se decía que este dramaturgo imponente, el más misterioso del siglo XX, podía pasarse horas en silencio mientras jugaba al billar con sus amigos. De esos largos silencios, que también conviven en concreto en esa Esperando a Godot, nació la crónica de la infinita espera de que llegue alguien llamado Godot (¿God, Dios, quizá?) para resolver no sólo el espacio de la vida sino, también, de la obra. Y Godot no llega nunca.

Ahora estamos en situaciones más pedestres, aunque en realidad estamos esperando, al menos los barcelonistas, a que se revuelve una incertidumbre detrás de la cual se pertrecha una angustia: ¿cuándo vuelve Pedri? No se trata de sublimar al extraordinario futbolista canario, pero sí se trata de invocar las razones por las que ahora es, en el fútbol, como aquellos dioses que en el pasado nos salvaban la vida. Evoco los nombres de Ladislao Kubala, Luis Suárez, Johann Cruyff, Ronaldinho, Xavi Hernández, Andrés Iniesta y Lionel Messi y ya ustedes me entenderán la naturaleza de la comparación.

Pedri llegó al Barça cuando era una promesa firme de un futbolista con porvenir, y ahora es la gran realidad que cuando está resuelve algunas incógnitas y, cuando no está, sume en la penuria a quienes creemos que la solución a todo en el fútbol… es el buen fútbol. Para ganar un partido, habiéndolo organizado bien, habiéndolo planteado bien, hace falta en el campo, como hizo falta cuando estaba jugando el actual entrenador, por ejemplo, una mente que sepa hasta dónde nace la respiración del contrario.

Ahora es Pedri el jugador esencial, la cabeza pensante, el filósofo que donde pone el pensamiento pone la pierna, y resulta que se rompió hace unas semanas (jamás aceptaré esa expresión, romperse, para hablar de las lesiones, pero ahí estoy, sucumbiendo a la barbarie del término) y estamos huérfanos de Pedri en las semanas más amargas (por otras circunstancias) de la historia azulgrana. Ahora necesitamos (hoy necesitamos, precisamente) que gane el equipo para darle un respiro al club, sumido en la incertidumbre más cutre de su vida. Es el fútbol el que puede salvar en este momento la moral azulgrana, y no es que una victoria alumbre una nueva época, porque las cosas no son así, pero lo verdadero es que la goma de borrar (provisional) del éxito sería un buen triunfo esta noche en el Camp Nou.

Para muchos la clave de ese resultado era que Pedri estuviera en el campo, con Araujo, por ejemplo, para que se desarrollara en el medio campo la inteligencia de jugar y en la retaguardia la eficacia de resolver el peligro que crean, sin piedad, los cinco Vinicius que juegan con el mismo nombre en la banda. Y no está Pedri, está Araujo, pero no está Pedri.

Esa luz de la que hablaba hace siglos un entrenador que fue célebre (“La luz que va delante es la que alumbra”, decía Hernández Coronado, una especie de Helenio Herrera casero) no está, y es Pedri, que estará en la grada, mirando, con esos ojos que, en el campo y en momentos gloriosos, hace que sus ojos busquen a sus padres en el graderío para celebrar sus goles.

Es un mal mayor de cara a la confrontación de hoy. Ojalá los otros pedris que haya en la alineación, aunque no sean Pedri, prolonguen su modo de ser, su capacidad de jugar, su alegría de celebrar y de mirar, superen con su inteligencia la figura de este Godot que estará mirando desde la grada. 

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