Limón & vinagre | Artículo de Josep Cuní

Ximo Puig, la política del sentido común

Lo que parece lógico a ojos de la sensatez ha convertido a la Comunitat Valenciana en la antítesis de lo que Isabel Díaz Ayuso aplica en Madrid

El president de la Generalitat valenciana, Ximo Puig.

El president de la Generalitat valenciana, Ximo Puig. / ROBER SOLSONA

Josep Cuní

Josep Cuní

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hoy más que ayer pero menos que mañana. El eslogan fue premonitorio. Era el reverso de la popular medalla del amor de hace décadas. Vale ahora para cualquier situación con posibilidades de agravarse con el tiempo. La inflación, por ejemplo.

La compra semanal supone enfrentarse a precios cada más vez inaccesibles para muchos bolsillos. Diez euros pedían esta semana por dos pimientos empaquetados en una cadena de supermercados. Uno se preguntaba si encontraría pepitas de oro en su interior. E imaginando una película fantasiosa, inspirada quizás en el metaverso, se adelantaba al tiempo retador. Allí, al acercarse para observarlos, sonaría ‘Can’t buy me love’. Lo entonarían las hortalizas provocadoras animando al público impotente. Y el decaído ánimo colectivo se elevaría para compensar la frustración bailando y coreando a The Beatles. Definitivamente, las grandes producciones de dibujos animados han podido más que el Mayo del 68. La imaginación al poder.

Lo real es que, mientras los economistas andan dándole vueltas al círculo vicioso del dinero, lejos de tranquilizarnos, sus lecturas preocupan. Suben las hipotecas, caen los bancos y sigue la guerra. Los gobiernos intentan amainar los ánimos esperando que, en su peor pesadilla, no se cumpla la sentencia de aquella frase para enamorados. Y no dicen más porque probablemente tampoco saben cómo enfrentarse a otra crisis financiera como la de 2008, cuya sombra se pasea por el planeta como los infectados de la serie ‘The last of us’. La conclusión es que los especuladores han seguido moviéndose al margen de las instituciones y de sus propias reglas, dejándonos de nuevo desamparados. Es como recuperar la pesadilla de la noche de los muertos vivientes.     

Para evidenciar el momento, Bloomberg, cadena de información económica, ha resumido la inflación española en los ingredientes de la paella. Más de un 20% de aumento. Para suturar la herida, el presidente de la Comunitat Valenciana busca un acuerdo comercial que facilite la cesta de la compra a las familias con las rentas más bajas. Y lo hace sin los aspavientos que obligaron a una impaciente vicepresidenta española a borrar la fotografía de lo que quiso y no fue.  

Joaquin Francisco (Ximo) Puig Ferrer (Morella, 4 de enero de 1959) también determinó que los trabajadores con ingresos anuales más bajos paguen menos en el tramo fiscal correspondiente a su autonomía y lo compensen quienes más ganan. Y así, lo que parece lógico a ojos de la sensatez ha convertido aquella comunidad en la antítesis de lo que Isabel Díaz Ayuso aplica en Madrid.  

Ximo Puig va de nuevo camino de las urnas que tan bien le conocen. Las que en los 80 le convirtieron en concejal y alcalde de su ciudad. Desde Els Ports avistó la realidad de la provincia de Castellón primero y amplió después su mirada a todo el territorio. Defiende el modelo contrario al del PP por cuyo abuso aquel partido sigue pagando en una cadena sin fin de juicios por corrupción.

Discreta y eficazmente, el periodista que dejó el oficio por la política ha recuperado la crónica de un pueblo, aunque sea discrepando de los suyos, con el sentido común como norma. Algo cada vez más alejado del juego público, pero más reclamado por una ciudadanía cansada de cualquier ‘mascletá’ que no sea la de las Fallas.

Suscríbete para seguir leyendo