La espiral de la libreta
Olga Merino

Olga Merino

Periodista y escritora

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La prosa enjuta y funcional de Villarejo

Sobre los diarios y cuadernos del excomisario. El día a día de la corrupción

91 villarejo

91 villarejo / el periodico

Me encanta leer dietarios, incluso los fragmentos que fijan el instante vacío, como la entrada con que Katherine Mansfield estrenó el año 1920: "Secando higos en la estufa y calcetines blancos secándose en la chimenea. […] Llueve pero hace calor". La nada cotidiana, el tiempo como manantial, las cosas minúsculas de la vida, a decir de mi admirado Iñaki Uriarte, "la pequeña molestia en la rodilla al darme la vuelta en la cama, el pequeño catarro que no acaba de irse, el pequeño sonido de la fuga de agua que llega desde el cuarto de baño, el pequeño agravio de X esta mañana, que persiste en la memoria". Los diarios de Thomas Mann rebosan de óperas e indisposiciones estomacales.

Tanto me apasiona el género que, a fuerza de citas y circunloquios, está saliendo un artículo renacuajo; o sea, una cabeza muy gorda y la cola escasa e inquieta para rematar. En realidad, pretendía hablar de los dietarios y agendas del excomisario José Manuel Villarejo, de los 13 cuadernos de gran tamaño en los que durante nueve años (de 2007 a 2016) consignó el día a día de la guerra sucia. Tiene guasa que, en su momento, después de la incautación policial, el exagente apelara en vano al contenido "personal" de las libretas para impedir que el juez de la Audiencia Nacional las incluyera en el procedimiento de la macrocausa: "Son diarios íntimos para desahogo mental", dijo. Oh, sí, querido diario, compañero del alma, receptáculo de mis soledades.

Caligrafía clara

El último domingo, el periódico 'Ara' traía el resultado de una inmersión a fondo en los diarios en cuestión. En los últimos tiempos han venido aflorando aquí y allí revelaciones sobre los cuadernos del ínclito, sus aventuras en la fosa séptica del Estado, sus encuentros con políticos, policías, jueces, empresarios y periodistas para sacar tajada de todas las ciénagas. Se han publicado incluso fotos de las páginas. Villarejo conserva una caligrafía bastante legible, de oes abiertas, y emplea una prosa enjuta y funcional: 'Sobres a Raj y Cosp'. 'Jordi muy mal con Artur Mas'. 'Contesto muy seco. Comida muy agradable. Llamada muy tensa y con bronca' (todo buen diario esconde una sutil reelaboración).

Pero tan dispersos andan los fragmentos que se precisa con urgencia un buen editor que peine, expurgue y contextualice los diarios, como Max Brod hizo con los de Kafka. Porque en ellos se esconde el vientre del iceberg, el ‘Macbeth’ garbancero de la política española. De momento, habrá que conformarse con lo de Tamames en el Congreso, mientras el fantasma de Valle Inclán recorre los pasillos con sus botines blancos de piqué. Tip top, tip top, tip top.

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