Día de la mujer
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8M, hoy y todo el año

La jornada reivindicativa del feminismo no debería convertirse en un arma arrojadiza política

Archivo - Una mujer levanta una pancarta en una manifestación por el 8M, Día Internacional de la Mujer, a 8 de marzo de 2022, en Barcelona, Catalunya (España).

Archivo - Una mujer levanta una pancarta en una manifestación por el 8M, Día Internacional de la Mujer, a 8 de marzo de 2022, en Barcelona, Catalunya (España).

Las manifestaciones volverán a atestar las principales vías de las ciudades. El color morado, los cánticos reivindicativos y los lemas de protesta recordarán las cuitas del pasado y las batallas que vienen. Hay muchas formas de vivir el 8M: acto de reivindicación, grito de ánimo para nuevas conquistas, lamento por las ausencias, ánimo redoblado al caminar acompañadas, esperanza e ilusión ante un futuro que solo debe ser mejor… Sí, hay muchos modos. Pero, por encima de todo, es un momento para hacer recuento de daños y logros, y mirar todo lo que queda por hacer.  

Por un 8-M todo el año ha sido el lema con el que EL PERIÓDICO ha querido comprometerse en el camino real por la igualdad. Porque, lejos de oportunismos, de exclamaciones vistosas que nacen con fecha de caducidad, de anuncios de última hora y poses más mercantilistas que reflexivas, conseguir una sociedad más justa necesita del esfuerzo, la responsabilidad y la ilusión diaria. Doces grandes temas, uno cada mes, han sido abordados en profundidad, creando espacios de reflexión y diálogo. Desde los retos de la mujer en el mundo de la ciencia, el arte, la justicia o el deporte, hasta el impacto de la menopausia, la endometriosis o la carga mental. Y, por supuesto, los retos laborales: la precariedad y el techo de cristal. La lucha por los derechos y la igualdad en el trabajo está en la esencia del Día Internacional de la Mujer. 

Sin condiciones de igualdad en el mundo laboral, no hay igualdad en la sociedad. Al respecto, un informe del Instituto Europeo para la Igualdad de Género es relevante. España ocupa la sexta posición de la Unión Europea en cuanto a igualdad entre mujeres y hombres. A pesar de que ha conseguido reducir brechas de género en casi todas las categorías, se ha registrado un retroceso en el ámbito laboral. Las mujeres presentas peores perspectivas de carrera personal, ocupan menos puestos directivos y el riesgo de pobreza se ha acentuado en ellas. También asumen el peso de las tareas domésticas y tienen menos acceso a actividades deportivas o culturales. 

Sí, el 8-M es una jornada de múltiples reivindicaciones y puede ser vivido de muchos modos. Lo que no debería ser es un arma arrojadiza política. Aún menos, un día para el sonrojo. Sin embargo, el Gobierno de coalición llega a esta cita expresando su máxima tensión. La reforma de la ley del 'solo sí es sí' ha evidenciado la divergencia. Cuesta no ver en el desacuerdo un reflejo (y un impulso) de las divisiones en el movimiento feminista. 

Queda ya muy lejos la exhibición de unidad y fortaleza de la huelga feminista de 2018. La ley trans, las diferentes posturas sobre la abolición de la prostitución o la propia ley del 'solo sí es sí' han exacerbado el debate, extremado posiciones y agriado la discusión hasta dificultar los puntos de encuentros. Ninguno de los temas en disputa es baladí, pero no pueden ser contemplados desde la simplificación del blanco y negro. Por encima de todo, precisan reflexión. Y es difícil encontrarla en ese momento.

En el seno del feminismo son evidentes las divergencias, pero también los puntos en común. Y, especialmente, los objetivos irrenunciables: combatir la desigualdad, la discriminación y la violencia contra las mujeres. Diez mujeres han sido asesinadas en España en lo que llevamos de ellas. Por ellas, por las ausentes, el 8-M interpela al conjunto de la sociedad. Todo el año.